La comida juega un papel importante en nuestras vidas, podemos disfrutar de ella, comer a gusto y descubrir nuevos sabores, pero también hay situaciones en las que la comida se utiliza para perjudicar nuestra salud o autocastigarnos.
La comida va unida a muchas emociones internas y esta relación es la que hace que muchas veces nos cueste tanto controlar cuando comemos. Además, la alimentación también puede afectar a nuestras emociones, por ello, en ocasiones utilizamos la comida para afrontar la ansiedad, y como no conocemos otras maneras de afrontarla acudimos a comer sin hambre. Por otra parte, nos sentimos tristes o tenemos una mala imagen de nosotros mismos y nos castigamos no comiendo. La percepción, la atención y los pensamientos son factores íntimamente asociados con la emoción y por ello están también relacionados con la comida.
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¿Cómo influyen las emociones en nuestra relación con la comida?
Algunos estudios encontraron que los niveles de hambre aumentan durante estados emocionales como alegría y enfado y disminuye durante estados de miedo y tristeza. Otro estudio muestra que las emociones más experimentadas por un grupo de estudiantes universitarios durante la alimentación son alegría, alivio, amor, arrepentimiento, asco, culpa, disfrute, felicidad, placer, remordimiento, repulsión y ternura. De estas emociones las más experimentadas por los hombres fue placer a la hora de comer mientras las mujeres experimentan disfrute al comer con más frecuencia.
La ansiedad por comer se presenta frecuentemente en personas que intentan llevar una dieta o llegar al “peso ideal”.
La forma adaptativa y sana de alimentarnos consiste en la capacidad de estar en contacto con nuestras necesidades y las de nuestro cuerpo. Estas señales nos indican cuando comer y cuanto sin que el hambre esté ligado a la ansiedad sobre lo que comiste, vas a comer o comerás.
Además, los estudios muestran que las personas con problemas en la conduta alimentaria pueden experimentar emociones desagradables antes, durante y después de comer. Identifica si sientes enfado, sensación de vacío, desesperación, preocupación o insatisfacción antes de comer. También puedes observar si has identificado sentimiento de culpa, vergüenza, arrepentimiento, remordimiento o autodesprecio después de comer. Estas emociones podrían indicar que la relación con la comida podría no ser adecuada.
Debido a que las personas pueden no darse cuenta de los cambios en su conducta alimentaria como consecuencia de los cambios en sus estados emocionales, se sugiere a los especialistas enseñar a los pacientes a identificar y regular sus emociones puesto que podrían estar confundiendo las señales fisiológicas de hambre con los estados emocionales.
Si identificas un problema importante con la comida es recomendable que acudas a un psicólogo que te ayude a identificar qué emociones o situaciones están influyendo en la manera de alimentarte. Cuídate, busca ayuda, y mejora en salud mental para mejorar tu relación con la comida.
Por Paula Ortega Pérez