Estos últimos días hemos asistido a un surrealista enfrentamiento entre algunos de los mejores deportistas de su campo: Valentino Rossi, Dani Pedrosa, Jorge Lorenzo, Marc Márquez… Para el que no lo haya estado siguiendo, Valentino Rossi acusa en una rueda de prensa a Marc Márquez de adulterar la competición intentando favorecer a Jorge Lorenzo, Marc y Jorge le contestan en la misma rueda de prensa, en la siguiente carrera Valentino tira a Marc de su moto de una patada y Jorge, Dani y Marc acaban mostrando una gran indignación ante los medios. La sanción para Rossi consistirá, a nivel práctico, en salir el último en la última carrera del mundial.
Lo que a nosotros nos ocupa es, ¿cómo puede afectar esta situación a nivel psicológico a los diferentes protagonistas?
A nivel emocional, podemos destacar sobre todo una ira acentuada. Todo el mundo parece bastante enfadado, los unos por la percepción de un comportamiento antideportivo (que además no consideran sancionado justamente) y el otro por la presión mediática que está sufriendo (además de que su enfado ya venía de antes).
La ira es una emoción que puede alterar nuestro nivel de activación a través de los nervios, lo que puede hacernos desconcentrarnos y mantener un tono muscular elevado, condiciones contrarias a un buen rendimiento deportivo. Por ello se impondría un buen entrenamiento en relajación.
Por otra parte, el enfado puede darnos esa energía y motivación extra muy útil para rendir a nivel máximo. Todo depende de cómo se gestione ese enfado y es que, como decimos siempre, no existen emociones buenas ni malas, solo útiles o no útiles en función de la situación en que se presenten.
Hablando de la motivación. Nuestra motivación por ganar nosotros (en alto rendimiento sobre todo), por disfrutar y aprender, es el motor que nos va a llevar a nuestros objetivos y sueños, siempre que llevemos un mantenimiento al día de dicho motor. El hecho de estar motivado para que no gane otro compañero puede ayudarnos, pero a largo plazo podemos lamentarlo. Dicho de otra manera, una motivación extrínseca (aquella mantenida por recompensas externas) puede alterar y reducir la motivación intrínseca (aquella mantenía por la propia tarea).
Además, cabe destacar el tema de las creencias. El mundo que percibimos y sobre el que actuamos está construido por nuestras propias creencias. Esto significa que, si creo que “me van a dar una patada” o que “no voy a ganar por la sanción que me han impuesto” o “no voy a ganar porque se está actuando con injusticia”, ese será el mundo limitado en el que podré actuar.
Por todo lo mencionado, esta última carrera del año va a ser muy interesante desde el punto de vista psicológico, factor que, esta vez más que nunca, puede desequilibrar la balanza.
No podemos cerrar esta reseña sin comentar la enorme influencia que tienen los deportistas de élite en nuestros jóvenes deportistas en formación. Una buena gestión de este aluvión de información es necesaria para educar en valores a nuestros deportistas del futuro para que, como siempre decimos, lo importante sea el deporte.
Jaime Marcos