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4 claves para alcanzar nuestros objetivos

En este artículo vamos a ver cómo podemos alcanzar nuestros objetivos. En esta propuesta es importante tener claro que la clave del éxito es la constancia. Esto se resume en crear un hábito de forma que las tareas a realizar nos exijan un esfuerzo menor.

1. ¿Cuál es nuestro propósito?

Antes de empezar es necesario conocer los objetivos o metas que deseamos alcanzar. Si no conocemos nuestros objetivos es interesante tomarse un tiempo (entre 1 y 3 semanas) para ir registrando aquellas cosas que queremos cambiar en nuestra vida y/o aquellas metas que queremos alcanzar. Cuando tengamos los objetivos claros debemos dividirlos en subobjetivos más simples. Estos subobjetivos deben ser tan simples que el esfuerzo en realizarlos sea mínimo. Por ejemplo, si mi objetivo es correr 5 km todos los días, empezare por correr 500 metros todos los días. Esto me obliga a crear un hábito de prepararme y salir y, además, me refuerza ya que es algo que sé que voy a conseguir con facilidad. Cuando lleve un tiempo con esta rutina aumento el objetivo un poco más, por ejemplo 1 km, así hasta llegar a los 5km.

2. Plan de acción

Tenemos nuestros objetivos claros y los subobjetivos que hacen que sea más fácil abordar los objetivos. Lo siguiente es crear un método con el que abordar los objetivos. Este método debe incluir un planning de lo que voy a hacer cada día y un reforzador por realizar cada tarea. Es interesante utilizar una economía de fichas porque nos permite reducir y/o aumentar conductas. Por otro lado, se debe tener en mente que el éxito va a estar muy ligado al habito que desarrollemos y no a la motivación. La motivación nos puede ayudar, pero también nos puede perjudicar el día que no estemos con energía. Sin embargo, elaborar una disciplina nos hace libres de los vaivenes emocionales que podamos experimentar. De esta forma sabremos que tenemos un plan y que lo único que nos queda es seguirlo y para ello tendremos la ayuda de la fuerza del hábito que vamos a crear.

3. Constancia en el esfuerzo

Al iniciar una actividad se nos pueden pasar por la cabeza infinidad de excusas que podemos ver como gratificantes para no empezar nuestros objetivos. Por ejemplo, “estoy muy bien en la cama, me voy a quedar un rato más”, “acabo de merendar” etc. Es muy importante que seamos conscientes de que esto nos va a sucedernos. Si de antemano se que me voy a poner excusas me será más fácil darme cuenta, en el momento, de que estoy procrastinando y que lo que necesito es realizar un pequeño esfuerzo.

Al realizar un esfuerzo, sobre todo si es ante una actividad novedosa, nuestra mente nos intenta convencer de desistir al poco tiempo. Sin embargo, aunque creamos que no, nuestro cuerpo si puede aguantar más. Esto se conoce como “momento crítico” porque una vez superada esa resistencia inicial nuestros pensamientos desaparecen y la actividad se torna más fácil. Por ejemplo, si estoy en el subobjetivo de correr 3 km me puedo encontrar al poco tiempo de empezar con pensamientos como “no pudo correr más”, “me duele aquí”, “estoy cansado”. Sin embargo, si seguimos corriendo y nos olvidamos de esos pensamientos descubriremos que al rato de seguir nos vemos capaces de correr más. Esto es porque la mente se siente incomoda cuando se le exige un esfuerzo mantenido y prefiere volver al reposo.

4. Reflexión final sobre nuestros objetivos

Cuando hemos conseguido establecer el método, los reforzadores y nos hemos iniciado en alcanzar los objetivos es indispensable hacer una reflexión de cómo progresamos. Esta reflexión debe responder a dos preguntas. La primera ¿Qué es lo que influye en que consiga mis objetivos? Y la segunda ¿Qué es lo que influye en que no alcance mis objetivos? Esto nos permitirá ir haciendo modificaciones en el plan inicial para evitar aquellas cosas que me hacen fallar. Por ejemplo, descubro que salir a correr a las 17:00 se me hace muy duro porque hace calor y cambio la hora a las 20:00.

En resumen, para alcanzar nuestras metas debemos limitarnos a deconstruir nuestros objetivos en pequeños actos que podamos realizar sin mucho esfuerzo e ir añadiendo nuevos actos a medida que se nos haga más fácil la tarea. Todo esto bajo una atenta observación de las variables del medio que influyen en nuestro desempeño para poder ir modificando las que disminuyen nuestro rendimiento. Por último, es muy importante hacer siempre la tarea, aunque sea la más mínima parte. En el ejemplo del artículo si un día no me apetece salir a correr debería por lo menos ponerme la ropa y trotar 100m. Pues esto funcionaria como clave para que se mantenga el hábito. Si dejamos de realizar las claves de inicio de la rutina por un tiempo rompemos el hábito.

Por Amha Cerezo Cerrillo

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