Muchas son las variantes que influyen en el rendimiento de un portero: aspectos técnicos, (capacidad para jugar con los pies, desplazamiento de balón tanto en corto como en largo, técnica de agarre, blocaje, desvío, juego aéreo, despeje, puños y achique…), aspectos tácticos, (visión de juego, capacidad para corregir a nivel posicional al equipo y en especial a la línea defensiva, capacidad para estar bien situado en todo momento…), aspectos físicos, (coordinación, flexibilidad, agilidad, fuerza…). Por el contrario, solemos olvidar la importancia de los aspectos psicológicos tales como la confianza, el control de la atención, o la capacidad de liderazgo (entre muchos otros) que marcan la diferencia en la élite. A continuación, voy a revisar de forma escueta algunas estrategias que pueden usar los porteros y el cuerpo técnico del equipo para mejorar el rendimiento de éstos, trabajando desde el plano psicológico. Quiero dejar claro que estas solamente son algunas de las estrategias que se pueden utilizar (tendríamos una lista interminable si explicásemos todas).
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Claves para mejorar el rendimiento de un portero
1. Entrenamiento específico
Trabajar en los entrenamientos específicamente las acciones del juego que tengan más probabilidad de producirse en el próximo partido (por nuestra forma de jugar el partido y la del rival). Por ejemplo, si nuestro equipo va a jugar el próximo partido con una línea defensiva adelantada, es más probable que el rival encuentre más espacios a la espalda de los defensas y puedan darse situaciones en las que el portero se encuentre con una situación de uno contra uno de los atacantes rivales o tenga que salir de la portería para cortar la acción y despejar el balón. Según nuestro estilo de juego, el del rival y las variantes tácticas de cada partido en concreto, las acciones en las que un portero puede actuar van a ser distintas. Esta forma de preparar específicamente al portero para estar preparado de cara al partido siguiente, le proporcionan una sensación de control que se transforma en una sensación de seguridad personal, pues sabe a lo que se va a enfrentar y se encuentra preparado para acometerlo.
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2. Rutinas de concentración para el partido
En los partidos, diseñar estrategias para estar plenamente concentrados, con un estado de activación óptimo y con una atención focalizada. Los porteros suelen intervenir intermitentemente en un partido y están bastante alejados del resto del equipo (experimentan la llamada “soledad del portero”). Por ello, lo preferible sería que estuviesen concentrados en el partido y saber mantenerse con un estado de activación tal que les permita estar preparados para actuar cuando el equipo lo necesite. Para conseguir que su atención se encuentre focalizada en el partido, podrían centrarse en aspectos puramente del juego (pueden centrarse en dar órdenes a la línea defensiva, estar bien colocados en todo momento, estar preparados para salir si tienen que cortar un balón…). Por ello, para evitar las distracciones, pueden tener objetivos claros que les permitan ocupar su mente en lo realmente importante: El partido. Por otro lado, para conseguir mantener un estado de activación adecuado, podríamos recomendarles moverse y mantenerse activos durante todo el partido. Se pueden utilizar estrategias como ajustarse los guantes o los pantalones para mantenerse en continuo movimiento o calentar para mantenerse en plenas condiciones de actuar en cualquier momento.
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3. Elección en función de capacidades y destrezas
Sería recomendable que los entrenadores tomaran la decisión de alinear a un portero u otro del equipo, en función de las capacidades que tengan y no por el rendimiento en un partido concreto. Si el portero titular de un equipo comete algún error muy grave en el partido anterior o no tiene un buen partido en líneas generales y al siguiente encuentro no empieza a jugar de inicio con el equipo, el jugador puede percibir una falta de confianza del entrenador que se traduzca en una falta de seguridad personal. En estos casos, lo mejor para el equipo y para el portero es decidir quién empieza a jugar de inicio, teniendo presentes sus capacidades y destrezas, pero nunca decidiendo en base al rendimiento en el partido anterior, de cara a proteger su nivel de afrontamiento y tolerancia al error.
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4. Aprender para rendir mejor
El portero ha de “tener los pies en el suelo” siempre que sea posible. Las acciones del juego en las que éste entra en juego suelen ser cruciales para el equipo, tanto para lo bueno como para lo malo. Esta demarcación resulta decisiva para el equipo y todas las acciones en las que interviene se califican en los extremos de acierto y error. Por ello, el portero puede ser valorado externamente según estos dos polos y sería bueno que supiese gestionar dicho aspecto. Saber manejar los errores para no mostrarse inseguro y con una imagen desvalorizada de sí mismo es una parte muy importante en los guardametas (imagen que el entorno y/o los medios de comunicación van a proyectar sobre él) y tiene que aprender a saber gestionar el acierto para no relajarse y continuar rindiendo al mismo nivel. Convivir con los aciertos y los errores forma parte del día a día de los porteros, aprendiendo a gestionarlos sin necesidad de llevárselos al ámbito personal, manteniendo así un alto nivel de rendimiento y protegiendo su autoconcepto deportivo.
Por Jaime San Juán Uhagon