La confianza en uno mismo es posiblemente una de las variables que más impacto tienen en el rendimiento de los deportistas, algunos pueden pensar que la confianza te la otorgan los entrenadores cuando deciden ponerte a jugar un partido o dejarte en el banquillo, otros pueden pensar que la confianza viene dada por los resultados, en función de sí se están alcanzando los resultados previstos o no. En cualquiera de estos dos casos, se está presuponiendo que la confianza viene dada siempre por un agente externo, o bien por otra persona o bien por una situación externa, ajena en todo momento al control del deportista.
Caer en el pensamiento de que la autoconfianza no depende de uno mismo es un error. En primer lugar, porque la autoconfianza no es otra cosa que la sensación propia o la creencia de que uno mismo es capaz de alcanzar el éxito en una determinada acción. De manera que efectivamente, un jugador puede actuar con confianza para aumentar sus niveles de confianza, o lo que es lo mismo, la confianza está bajo el control del propio jugador.
Para controlar los niveles de autoconfianza y mantenerlos siempre en niveles óptimos (hablamos de niveles óptimos debido a que un exceso de confianza puede ser perjudicial para el rendimiento) entran en juego dos elementos principalmente, por un lado los pensamientos y por otro lado los comportamientos que se llevan a cabo.
Pensamientos que ayudan a regular la confianza
Empezando por los pensamientos, sí, es posible manejarlos para que sean en todo momento beneficiosos para la confianza. Como dijo Jimmy Connors, jugador número 1 de tenis en 9 ocasiones durante la década de los 70 y los 80, “se trata de no pensar nunca en forma negativa sobre uno mismo, en el momento en el que hace eso, uno está muerto, yo salgo a jugar cada partido convencido de que voy a ganar”. Los pensamientos negativos sobre uno mismo son un potente enemigo en el terreno de juego, además son un enemigo que aparece en manada y nos pone contra las cuerdas avasallándonos. Estos pensamientos negativos van a bajar nuestra autoconfianza, por esta razón es importante saber controlarlos y saber cambiarlos por pensamientos que realmente nos ayuden a obtener un buen rendimiento. Para conseguir dominar a este temible enemigo, podemos llevar a cabo un cambio de pensamientos, esto consiste en modificar los pensamientos negativos por pensamientos positivos. Por ejemplo, ante una acción crítica que en la que nos hayamos visto superados por nuestro adversario puede que se presenten pensamientos de este tipo “Soy tan estúpido, no puede ser que esté jugando tan mal, soy mucho peor que mi rival, no voy a poder ganar, nunca voy a poder ganar”, que debemos reemplazar por pensamientos positivos: “Voy a seguir mejorando si trabajo en ello, simplemente relájate, concéntrate y métete en el partido, así podré tener más opciones de ganar”.
Comportamientos que ayudan a regular la confianza
El segundo elemento crucial para poder regular nuestra autoconfianza, es la forma en la que nos comportamos, es decir, la forma en la que nos estamos mostrando tanto ante nuestros compañeros como ante nuestro rival. Ya no hablamos únicamente de los comentarios que podamos llegar a decir, sino de nuestro lenguaje corporal, ya que con nuestro lenguaje corporal estamos transmitiendo nuestro estado de ánimo a todas las personas que nos rodean, de manera que si mantenemos un lenguaje corporal positivo estaremos transmitiendo confianza en nosotros mismos, pero no sólo a mis compañeros, sino también le haremos ver al rival que estamos preparados para ganar. De la misma manera, que si expresamos un lenguaje corporal negativo estamos dejando ver que no tenemos confianza para ganar el partido, estamos dejando ver que nos sentimos inferiores al rival, y lo peor no es esto, lo peor es que el rival aprovechará que nos estamos mostrando sin confianza para ganar él más confianza a costa de la nuestra, de manera que nosotros notaremos que nuestro rival sí que tiene la confianza suficiente para ganarnos. Por lo tanto, es de vital importancia que nuestro lenguaje corporal sea positivo, para no manifestar que estamos perdiendo nuestra confianza, ¿cómo se puede lograr esto?, por ejemplo, ante un error crítico puede que llegue un momento difícil del partido y que nuestra reacción sea caminar con los hombros caídos, con la cabeza gacha y con una expresión de desánimo en el rostro, pero esto no hará otra cosa más que mantenernos a nosotros mismos en un estado negativo, en el cual es imposible que recuperemos nuestra confianza. En lugar de hacer esto, lo que se puede hacer es mantener la cabeza erguida, con los hombros hacía atrás y los músculos faciales relajados para mostrar a todos que nos sentimos con autoconfianza y que seguiremos luchando para ganar el partido, esto hará que el adversario no gane su confianza a costa de la nuestra.
En definitiva, actuar con autoconfianza y manejar nuestros pensamientos nos sirve para creer que tenemos la confianza suficiente y para evitar que nuestros rivales ganen confianza a costa de la nuestra.
Por Diego Martínez Molinero