Walden Dos es una novela distópica escrita por el psicólogo conductista B. F. Skinner. En ella se presenta un modelo de sociedad que a simple vista, puede parecer perfecto y agradar a cualquier lector. Con este artículo pretendo hacer una crítica, desde el punto de vista feminista, de la posición de la mujer y las estructuras familiares en esta sociedad propuesta.
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Walden Dos: el papel de la mujer en la familia en una sociedad recreada por Skinner
En primer lugar creo pertinente describir por encima la base fundamental de esta comunidad: la ingeniería de la conducta, consistente en el moldeamiento de la conducta de los habitantes mediante refuerzo positivo, para que así decidan hacer “libremente” lo mejor para la comunidad. Se consigue mediante un modelo educativo más libre, basado principalmente en valores y no tanto en conocimientos, en el que se promueve la curiosidad y el aprendizaje autodidacta dependiente de los propios intereses personales. También se elimina el concepto del dinero, los habitantes de esta comunidad trabajan a cambio de créditos, se regulan los créditos de cada trabajo por demanda y es fácil saltar de unos trabajos a otros; si cubres un número de créditos al año equivalentes a cuatro horas de trabajo al día lo tienes todo. El último pilar de esta sociedad es el antipersonalismo, los méritos son de toda la comunidad puesto que todos aportan algo, no hay reconocimientos individuales por los grandes méritos.
Una vez ya conocido el contexto descrito en la novela, el segundo punto importante a destacar es el contexto histórico en el que está escrita, más en concreto en el terreno feminista. Este libro se publicó en 1948 en EEUU, después de la II Guerra Mundial. Tras este período histórico la figura de la mujer quedó bastante desplazada a un segundo plano, completamente domesticada en parte por el necesario baby boom que se produjo después de la guerra. Como bien analiza Simone de Beauvoir, en esta época la ideología centrada en el hombre estaba asentada como norma; y las mujeres pasaron a ser “el segundo sexo”. No fue hasta los años 60 que empezó la segunda ola del feminismo en EEUU.
Una vez puestas en papel todas estas premisas pasemos a analizar en profundidad la situación de la mujer en Walden Dos. Presumen de que han elevado a las mujeres al mismo plano que los hombres, que ya no existe una diferenciación sexista, como en el resto del mundo, y que se promueve la verdadera amistad entre distintos géneros sin la sexualización. Todos ellos aspectos muy positivos pero… ¿hasta donde es esto cierto?
Se presentan unos cambios muy positivos en cuanto a la posición de la mujer, como la búsqueda de la mayor automatización e industrialización posible para así librarlas lo máximo posible de las labores domésticas. Ahora bien, ¿por qué son las mujeres las únicas responsables de esto? y ¿es esta una visión realmente tan novedosa como pueda aparentar para la época? Alexandra Kollontái, en sus escritos sobre la familia en 1918, narra cómo en la sociedad comunista desaparece completamente el trabajo doméstico, y la baja carga de trabajo del hogar que puede surgir (como, por ejemplo, limpiar la casa) debe ser repartida entre hombre y mujer indistintamente.
Se puede ver perfectamente que, aunque haya un intento por la igualdad este libro, está muy sesgado, a fin de cuentas, está escrito por un hombre que no ha sufrido nunca opresión de ningún tipo. La prueba de esto es que es raro encontrar entre los habitantes de Walden Dos un ciudadano que trabaje en algo incongruente con su género (tradicionalmente hablando); esto se puede entender como un problema en el propio Skinner, que tiene los roles de género muy implantados, o como un problema en la comunidad, que no es capaz de deconstruir a sus habitantes para conseguir la verdadera igualdad.
En última instancia creo relevante destacar algunos aspectos de la organización familiar, existe una curiosa dicotomía en este plano que es un poco contradictoria. Por un lado se hace alarde de que el concepto de familia es mucho menos fuerte, de que ha existido un cambio en este plano, puesto que los niños son cuidados en comuna y no reciben una especial atención de sus padres. Por otro lado se fomenta que los jóvenes se casen pronto y tengan muchos hijos (obviamente sólo se contemplan relaciones heterosexuales). Parece que existe una presión en este sentido; no tener hijos no está bien visto, puesto que los únicos que no tienen hijos es porque no interesa que sus genes se reproduzcan, y por lo tanto se les aconseja no hacerlo. Una vez que la mujer ya ha tenido dos o tres hijos, sobre los 22 años, ya está preparada para incorporarse en la vida laboral normal como los hombres. Las mujeres tienen un fin principal, tener hijos, y en parte también criarlos, puesto que están obligadas a trabajar en la guardería, y los padres no; una vez que has cumplido esto, ya puedes hacer el resto de cosas, pero ¿qué pasaría si no quieres tener hijos?
F. Engels, en su libro El origen de la familia, la propiedad privada, y el estado (1884), explica el surgimiento de la familia a raíz de la propiedad privada, como un elemento para marcar territorio, produciéndose así el comienzo del engrandecimiento de la figura masculina. Una sociedad que pretende acabar con esto tiene que plantearse, aunque sea en un futuro lejano, la eliminación de la familia tradicional. El matrimonio pierde todo el sentido al presentarse una sociedad comunal, al igual que pierde el sentido el dinero y por eso se elimina. No existe ningún motivo real por el que tenga que seguir vigente, y mucho menos debe de ser un requisito indispensable para procrear, como se presenta en el libro.
Por Alba Niño González