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Rompiendo el estigma social del suicidio

A pesar de la controversia y el debate que puede generar este tema, el suicidio es una realidad que no podemos obviar y en la que queda mucho trabajo por realizar, ya que el suicidio es la segunda causa de muerte a nivel mundial en personas con edades comprendidas entre los 15 y 24 años y, en España, el suicidio lleva siendo la primera causa de muerte no natural durante 12 años.

Según los datos obtenidos del INE, en 2017 hubo un total de 3.679 suicidios consumados en España, lo cual indica que hay una media de 10 suicidios diarios en nuestro país. Sin embargo, no existen registros oficiales sobre los intentos de suicidios, aunque sabemos que los intentos previos están presentes en un tercio de los suicidios consumados.

Mitos y falsas creencias sobre el suicidio

Un primer paso para acercarnos a la realidad del suicidio es desmontar los mitos o falsas creencias que siguen presentes en nuestra sociedad:

“Quien habla de suicidio es porque quiere llamar la atención”. Diferentes estudios estiman que el 70% de los suicidas avisan, son personas que están pidiendo ayuda por lo que en ningún caso hay que ignorarlas. Además, este pensamiento contribuye a menospreciar a la persona que se encuentra en esta situación.

“Cuando alguien decide suicidarse es imposible evitar que lo haga”. Las personas con ideas suicidas perciben esa conducta como una vía de escape y no encuentran posibles otras soluciones, por lo que habrá que buscar ayuda profesional que intervenga y evite el fatal desenlace.

“El suicidio es un impulso que no puede prevenirse”. Las personas que llevan a cabo un suicidio suelen manifestar sintomatología característica previa.

“El riesgo de suicidio desaparece cuando hay una mejoría de la sintomatología”. Se calcula que, las personas que reciben el alta hospitalaria tras un intento de suicidio, vuelven a intentarlo en un periodo máximo de 3 meses.

“Es mejor no preguntar sobre ideas suicidas ya que puede incitar al suicidio”. La realidad es que el silencio no ayuda, sino que contribuye a aumentar la estigmatización del suicidio e incrementan su dificultad para trabajar en su prevención.

Por otro lado, existe un gran silencio en los medios de comunicación sobre los suicidios consumados en nuestro país. Esto se debe a la creencia de que la información sobre el suicidio tiene un efecto facilitador de la conducta suicida, sin embargo, este efecto tiene lugar cuando se describe de manera detallada y sensacionalista el método empleado y la forma de acceder a él, cuando se acompaña la información con fotografías o cuando se justifica el acto o se emplean términos de honor o éxito. Por el contrario, el profesional de la información puede producir un efecto preventivo si usa un lenguaje responsable, preciso, equilibrado y respetuoso. Además, esto ayudaría a huir de eufemismos, estereotipos y estigmatización.

Factores de riesgo

  • Trastornos Mentales.
  • Historia previa de tentativas e ideación.
  •  Abuso de sustancias.
  • Edad: adolescentes y edad avanzada.
  • Enfermedad física o discapacidad.
  • Estresores y maltrato/acoso en infancia y adolescencia.
  • Antecedentes familiares.
  • Psicológicos: Impulsividad, rigidez, ideas irracionales, desesperanza, perfeccionismo…
  • Acceso a los métodos.
  • Historia familiar de suicidios

Factores de protección

  • Autoestima.
  • Habilidades Sociales.
  • Estrategias de afrontamiento (Resolución de Problemas).
  • Creencias firmes (religiosas, culturales, etc.)
  • Hijos menores o embarazo (especialmente en mujeres).
  • Disponer de planes de futuro.
  • Accesibilidad a cuidados de salud.
  • Apoyo familiar y/o social.
  • Flexibilidad cognitiva.

Posibles señales de alarma en personas en riesgo

  • Hablar o escribir sobre suicidio.
  • Comprar armas (o cuchillos) o acumular pastillas.
  • Alejarse de todo contacto social (aislamiento)
  • Cambios severos del estado de ánimo.
  • Depresión o un sentido de desesperación.
  • Aumento del uso del alcohol o las drogas; conductas peligrosas.
  • Regalar pertenencias o poner en orden cuestiones personales.
  • Despedirse de los demás como si fuera la última vez.
  • Cambios bruscos de personalidad.

Prevención

Según la OMS las estrategias eficaces para prevenir el suicidio son:

  • Restricción del acceso a los medios más frecuentemente utilizados para el suicidio, como sustancias tóxicas y armas de fuego.
  • Identificación temprana, tratamiento y atención de las personas con problemas de salud mental y abuso de sustancias, dolores crónicos o trastorno emocional agudo.
  • Capacitación de personal de salud no especializado, en la evaluación y gestión de conductas suicidas.
  • Mejora del acceso a los servicios de salud y la asistencia social
  • Cobertura responsable de las noticias sobre suicidios en los medios.
  • Seguimiento de la atención prestada a personas que intentaron suicidarse y prestación de apoyo comunitario
  • Apoyar a quienes han perdido a seres queridos que se han suicidado
  • Introducción de políticas orientadas a reducir el consumo nocivo de alcohol.

En España “El teléfono de la Esperanza” es una ONG que ofrece un servicio integral y gratuito de apoyo a las personas que se encuentran en una situación de crisis. Ofrecen este servicio 24 h al día durante los 365 días del año. El teléfono es 717 00 37 17.

Por Cristina Prieto Sánchez

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