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Receta para mejorar la comunicación con nuestros hijos adolescentes

Muchos padres y madres viven con desesperación la experiencia de tener que lidiar día tras día con sus hijos adolescentes. A menudo se preguntan dónde se han ido sus preciosos niños y quién ha dejado en su lugar esos seres larguiduchos y llenos de granos, que caminan arrastrando los pies, pasan las horas tumbados en el sofá o mirándose al espejo, son una bomba de relojería emocional y además, se rebelan contra ellos. Añoran aquellos momentos de calma en los que todo parecía estar bajo control, cuando sus hijos eran dóciles y transparentes. Sabían perfectamente cómo mejorar la comunicación con sus hijos. ¿Qué ha pasado?

Ahora, como en esos cuentos de hadas que les leíamos antes de irse a dormir, una muralla de espino parece haber crecido a su alrededor. ¿Cómo es posible comunicarse ahora con ellos? ¿Existe alguna fórmula mágica?

Cómo mejorar la comunicación entre padres e hijos

Cada adolescente es diferente y, por tanto, no existe una única fórmula. Pero, sin duda, todas ellas contendrían, en mayor o menor medida, estos ingredientes:

  • Una base de empatía: Ponte en su lugar. Los adolescentes están pasando por una etapa difícil de su vida. Están sufriendo muchos cambios físicos, también a nivel hormonal y neurológico. Están descubriendo nuevas experiencias y necesitan reafirmar su propia identidad. Para poder comunicarte con ellos, trata de comprenderlos. Muchas veces ni siquiera saben lo que les pasa.
  • Una hojita de momento oportuno: Busca el momento adecuado para entablar una conversación. Si tratas de imponerla, seguramente su respuesta será de rechazo. A veces sólo tienes que estar ahí, en silencio, para que la conversación surja sin forzarla.
  • Un tema interesante: Si quieres hablar con un adolescente, hazlo sobre un tema que le interese. Pueden ser cosas banales como el último vídeo de su youtuber favorito, o temas más profundos como sus sentimientos.
  • Una cucharadita de escucha: Aprovecha las oportunidades en las que quiera expresarse y escúchale. No interrumpas, no trates de dar tu opinión antes de tiempo. Si necesita hablar y te ha elegido a ti, eres muy afortunado.
  • Un puñado de preguntas: No trates de someterle a un interrogatorio y, sobre todo, no hagas que se cierre y se ponga a la defensiva. Utiliza preguntas abiertas, preguntas que le inviten a pensar, a reflexionar, y que permitan respuestas amplias.
  • Una reducción de juicios: Evita los juicios sobre aquello que te esté contando. Si lo criticas, la próxima vez no te lo contará. En su lugar, trata de recibir la información de la manera más limpia posible. Si no estás de acuerdo con algo, debes exponer tu punto de vista explicando las razones que lo avalan y, a través de preguntas, ayudarle a que tenga en cuenta otros puntos de vista. No entres nunca en descalificaciones personales.
  • Una taza grande de confianza: Establece una buena relación de confianza basada en el respeto mutuo. No necesitas marcar una distancia excesiva entre ambos, aunque tampoco sois colegas. No le grites ni permitas que lo haga. El respeto es un valor fundamental.
  • Dos vasos de cariño: Muéstrale siempre tu cariño. Eso supone que también tendrás que poner límites. Algunos podrán ser negociados, pero una vez establecidos deberán cumplirse. Negocia también las consecuencias de su incumplimiento.
  • Una pizca de toma de decisión: A través de las preguntas, ayúdale a tomar sus propias decisiones y a que se responsabilice de las mismas. No le des la respuesta, deja que la encuentre por sí mismo.
  • Una nube de puerta abierta: Al finalizar, deja siempre una puerta abierta para retomar la conversación en otro momento, ya sea sobre el mismo tema o sobre otro diferente. Si forzarlo, sin presionar, tan solo tendiendo tu mano. Haz que sienta que estás ahí para cuando te necesite.

Si mantenemos a raya nuestra propia ansiedad y aprendemos a comunicarnos con ellos, podremos descubrir que tras esa muralla de espino se esconden unos seres fantásticos llenos de ilusiones, de dudas, de curiosidades, de pensamientos y, sobre todo, de valores y sentimientos. ¿Te lo vas a perder?

Por Gema Sancho

@GemaSancho

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