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La curva del estrés: ¿en qué consiste?

Todos hemos sentido estrés en algún momento de nuestras vidas, antes de algún examen, alguna reunión, evento importante, o simplemente cuando se nos acumulaban varias cosas pendientes de realizar.

El estrés es una percepción de tensión física y/o emocional, una reacción de nuestro propio cuerpo a situaciones que percibimos de desafío o gran demanda. Sentir estrés es algo normal, seguramente no haya ninguna persona que no haya sentido estrés alguna vez a lo largo de su vida ya sea de manera consciente o inconsciente. Cada persona evalúa cada situación según sus propios juicios, por lo que una situación que puede generar altos niveles de estrés en una persona puede ni siquiera ser relevante para otra, por ello no tenemos que juzgar a nadie si categoriza una situación como estresante sea cual sea nuestra valoración de esta.

¿Qué nos genera estrés?

Las situaciones que generan un nivel muy elevado de esta situación pueden llegar a ser peligrosas causando, por ejemplo, ataques de ansiedad que requieran de atención médica y nos obliguen a evadirnos de esa situación. También puede generar conductas de shock, quedándonos paralizados ante un evento y sin ser capaces de reaccionar y elaborar un comportamiento de respuesta. Además de vómitos, mareos, conductas de evitación y muchas más posibles consecuencias de una exposición a altos niveles de estrés, puede causar pensamientos de indefensión aprendida. La indefensión aprendida es una conducta que se aprende la cual consiste en pensar y sentir que no somos capaces de actuar ante una situación concreta, por lo que se permanece de manera pasiva ante esta.

Hay personas que su trabajo consiste en exponerse a situaciones como estas a diario o bien semanalmente, esto requiere de un entrenamiento psicológico para no solo aprender a reducir el estrés y dominarlo en ciertas ocasiones concretas, sino que también requiere un proceso de normalización, asumiendo que se va a sentir estrés y que es una percepción completamente normal y válida.

Por otro lado, valores muy bajos de estrés pueden ser disfuncionales en ciertos contextos. Por ejemplo, conduciendo, tendremos que sentir un mínimo nivel de activación mental y física para poder reaccionar rápido si la situación lo requiere, ya que si permanecemos “demasiado tranquilos” nuestros reflejos se verán disminuidos y perderemos capacidad de concentración.

Si en un día normal de oficina hay más trabajo que al que se está acostumbrado, esto generará prisas en las entregas y a la hora de realizar lo que se haya demandado. En caso de realizar el trabajo con la misma intensidad que habría un día cualquiera, el rendimiento será menor ya que es necesario trabajar más en la misma cantidad de tiempo, por lo que un cierto nivel de estrés puede ser beneficiario para desempeñar ese trabajo.

La curva del estrés

La curva del estrés representa las explicaciones comentadas recientemente. Esto no quiere decir que para ser productivos sea necesario estar sometidos a ciertos niveles de estrés, sino que a nivel óptimo de este, la productividad y el rendimiento de una persona puede verse aumentado y potenciadas algunas de sus capacidades. Siempre y cuando se mantenga en ese intervalo óptimo podremos aprovecharnos del estrés ya que si supera o se encuentra por debajo de ese valor que será diferente para cada persona comenzará a disminuir nuestro rendimiento.

La curva del estrés

Una situación en la que la mayoría de personas se han visto implicadas en algún momento de su vida es tener que realizar un examen. Si se trata de una prueba muy importante, en la que nos jugamos la entrada a la universidad, una oposición o algo parecido, sentir un nivel bajo de estrés será algo completamente normal. Ese estado puede funcionar como una ayuda, para estar más atentos y seguros, pero, si aumenta mucho puede perjudicarnos. Al leer una pregunta que no tenemos muy clara, si en lugar de tomárnoslo con calma e intentar darle vueltas empezamos a agobiarnos, entramos en una conducta que puede ir en aumento llegando a tal niveles de estrés que nos bloqueemos y nuestro rendimiento se minimice, hasta pudiendo olvidarnos de lo estudiado previamente.

Este sería un buen ejemplo de cómo funciona la curva del estrés, por lo que es necesario ser conscientes de que cierto nivel de estrés puede llegar a ser beneficiario para nuestras capacidades y llegar a aumentar y optimizar nuestro rendimiento.

Por Sergio Palomo Rumschisky

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