Perfección. Precioso concepto que deriva de la palabra latina perfectió y que puede traducirse como la acción de dejar algo acabado. Hace referencia a aquello que es perfecto, que no tiene dolores ni defectos. Muchos de nosotros podemos llegar a ansiar esta ambición por la perfección, en algunos o en todos los ámbitos de nuestra vida.
Algunos podréis pensar que soy una pesimista por lo que os voy a decir, pero es imposible. La perfección en el ser humano es una utopía. Por ello, mi objetivo con este artículo es abrir los ojos a todos los que todavía creen que podemos llegar alcanzarla.
Sobrevivir a la perfección
En primer lugar, pensemos… ¿cuál es el objetivo del ser humano? podemos creer que es tener una estabilidad laboral, una familia, que nos toque la lotería… pero yo os invito a que penséis más allá. ¿Nada? una pista, lo llevamos haciendo millones de años. Sobrevivir.
Sí, señores y señoras, el principal objetivo es sobrevivir al medio que nos rodea, aunque las nuevas tecnologías nos lo pongan cada vez más fácil.
Y es que para poder sobrevivir debemos ser los más rápidos y productivos posibles. A raíz de lo cual obtenemos el segundo objetivo que tiene nuestro organismo.
Por último, pero no menos importante, queremos ser felices aunque muchas veces nos pongamos obstáculos a nosotros/as mismos/as.
Perfección y sesgos cognitivos
Por estas tres razones y algunas más, nuestro organismo dispone de sesgos cognitivos (efecto psicológico que produce una distorsión, juicio inexacto o mala interpretación lógica y que se da en base a la información disponible) heurísticos (atajos mentales para resolver o solucionar situaciones) e ilusiones.
A continuación, os presento la siguiente imagen y os invito a participar. La tarea para esta imagen es colocar el punto medio en la figura.
¿Os suena? La ilusión de Müller-Lyer es todo un clásico. Fue descubierta a finales del siglo XIX por un tal F. C. Müller-Lyer, el cual obviamente le dio nombre. Esta ilusión consta de tres flechas de igual tamaño pero que nos hacen dudar dependiendo hacia dónde apunten sus puntas.
Nuestro sistema perceptivo comete errores, influido por diferentes variables como pueden ser la atención o la motivación.
Pero no sólo cometemos errores a este nivel cognitivo. Por ejemplo, cuando tenemos pensamientos del tipo “me he equivocado porque el problema era muy difícil” pero a la vez pensamos que “Jaime se ha equivocado porque no es inteligente” estamos cometiendo el conocido sesgo de actor observador que hace referencia a la tendencia a atribuir los comportamientos propios principalmente de carácter negativo a motivaciones o resultados externos que son más variables, mientras que atribuimos los comportamientos de otras personas a factores o causas Internas que son más estables.
Otro ejemplo puede ser que cuando hacemos el ejercicio de recordar, solemos tener mejor memoria en aquello que afecta a uno/a mismo/a. Esto no es casualidad, es el conocido como sesgo de autorreferencia.
Pero nuestra mente va mucho más allá, y es que es capaz de crear nuevos recuerdos si con ello consigue rellenar vacíos o huecos y formar una narración primando la coherencia por encima de la vericidad.
El ser humano quiere ser feliz y un ejemplo claro lo tenemos en todos aquellos casos en los que nuestra memoria, de manera natural, olvida progresivamente malos recuerdos y conserva los buenos. Pensemos cuántas mujeres han sido madres, han tenido un parto doloroso y aun así han repetido. Nuestro cerebro, disminuye esa sensación de dolor y olvida lo que no nos hace seguir adelante.
Si nuestra naturaleza es tan sabia ¿por qué se lo impedimos nosotros muchas veces con obsesiones innecesarias o expectativas desproporcionadas?
Mi consejo es que te quieras, te conozcas y disfrutes de ti mismo/a. Con tus sesgos, tus heurísticos y tus ilusiones. Aprende a reconocerlos, aceptarlos y a que sean uno más dentro de ti.
La perfección no existe, nos equivocamos y lo bueno es que podemos aprender de ello.
El error puede sumar si sabes cómo hacer la ecuación.
Por Ana Silva.