Cuando hablamos de estrés, es habitual que surjan asociaciones negativas: ansiedad, tensión, malestar o agotamiento. Sin embargo, no todo el estrés es perjudicial. Existe una forma de estrés que puede convertirse en nuestro aliado y motor de crecimiento: el eustrés. Este “estrés positivo” puede ser una herramienta poderosa para mejorar el rendimiento laboral, impulsar la creatividad y fortalecer nuestro bienestar emocional si sabemos cómo gestionarlo adecuadamente.
Como profesionales de la Psicología, queremos compartir una mirada cercana y realista al eustrés, explicando qué es, cómo identificarlo, sus beneficios, y sobre todo, cómo utilizarlo a favor de nuestra productividad y equilibrio mental en el trabajo. Porque sí, es posible transformar el estrés en un recurso.
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¿Qué es el eustrés?
El término eustrés fue introducido por Hans Selye, médico pionero en el estudio del estrés. Deriva del griego «eu» (bueno) y «stress» (tensión), y se refiere a la forma positiva de estrés. A diferencia del distrés (el estrés negativo que nos sobrepasa y bloquea), el eustrés es ese tipo de tensión que sentimos ante un reto estimulante: una presentación importante, un nuevo proyecto, una meta personal ambiciosa o incluso un cambio laboral que nos ilusiona.
El eustrés es una respuesta natural del organismo ante situaciones que, aunque exigentes, percibimos como alcanzables y motivadoras. Nuestro cuerpo se activa: aumenta la concentración, la energía y la motivación. Nos sentimos retados, pero no abrumados. En otras palabras, estamos en un estado óptimo para rendir, crear, resolver y aprender.
Diferencias entre eustrés y distrés
Entender la diferencia entre estos dos tipos de estrés puede ayudarnos a gestionarlos mejor:
| Característica | Eustrés | Distrés |
|---|---|---|
| Percepción | El reto se percibe como positivo | Se vive como amenaza |
| Emoción asociada | Motivación, entusiasmo | Miedo, ansiedad |
| Impacto en el cuerpo | Activación saludable | Sobrecarga, fatiga |
| Duración | Corta y controlada | Prolongada y agotadora |
| Resultado | Productividad y crecimiento | Bloqueo y desgaste |
El eustrés nos mantiene en alerta, pero con una sensación de control. Nos empuja hacia el rendimiento sin llevarnos al borde del colapso.
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El papel del eustrés en el entorno laboral
Pasamos una gran parte de nuestra vida en el trabajo. No es extraño que el ámbito laboral sea uno de los principales generadores de estrés. Sin embargo, también puede ser una fuente rica de eustrés, si se dan las condiciones adecuadas. El problema es que, en muchos contextos, se ha normalizado el distrés como una constante inevitable, invisibilizando las oportunidades que ofrece el estrés positivo.
En nuestra experiencia acompañando a empleados, líderes y equipos, hemos visto cómo un entorno saludable puede transformar el estrés paralizante en eustrés productivo. Y cuando esto sucede, el cambio se percibe rápidamente: aumenta el compromiso, la satisfacción laboral, la eficiencia y la creatividad.
¿Cómo identificar el eustrés en nosotros mismos?
Saber reconocer el eustrés es el primer paso para potenciarlo. Algunas señales que indican que estamos ante este tipo de estrés son:
- Sentimos energía y motivación ante un nuevo reto.
- Existe presión, pero también claridad en los objetivos.
- Mantenemos la concentración sin perder el foco.
- Experimentamos cierta tensión, pero con emoción positiva.
- Terminamos la tarea con satisfacción, incluso si fue exigente.
Este tipo de estrés está muy ligado al concepto de flow propuesto por Mihaly Csikszentmihalyi: ese estado mental en el que estamos totalmente inmersos en lo que hacemos, perdiendo la noción del tiempo, con una mezcla perfecta de desafío y habilidad.
Beneficios del eustrés en la productividad
El eustrés no solo es deseable, sino necesario en determinados niveles. Estas son algunas de las formas en que puede mejorar la productividad laboral:
1. Aumenta la motivación intrínseca
Cuando una tarea nos desafía de manera realista, sentimos el deseo de superarnos. El eustrés activa nuestra motivación interna, la que nace del placer de hacer las cosas bien, no solo de recompensas externas.
2. Estimula la creatividad
La presión bien dosificada puede ser una chispa para la innovación. En situaciones de eustrés, nuestro cerebro busca soluciones nuevas, salidas distintas, conexiones inesperadas.
3. Mejora el rendimiento cognitivo
El eustrés estimula el sistema nervioso de forma controlada, lo cual mejora temporalmente la memoria de trabajo, la atención sostenida y la rapidez en la toma de decisiones.
4. Refuerza la resiliencia
Vivir experiencias desafiantes pero gratificantes fortalece nuestra confianza para afrontar futuras dificultades. Nos damos cuenta de que somos capaces, que podemos con más de lo que creíamos.
5. Fomenta el crecimiento profesional
Cada situación de eustrés representa una oportunidad para aprender, desarrollar habilidades nuevas y avanzar en nuestra carrera. Es el abono del crecimiento.
Aprende a quererte mejor, a priorizarte y construir esa confianza que necesitas para enfrentarte a la vida con ganas.
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¿Se puede provocar el eustrés intencionalmente?
Sí. A través de hábitos, cambios en la cultura organizacional y estrategias personales, podemos facilitar un contexto donde el eustrés se convierta en una constante saludable. Aquí compartimos algunas claves para lograrlo:
1. Establecer metas desafiantes pero alcanzables
Cuando los objetivos son demasiado fáciles, caemos en la apatía. Si son imposibles, aparece el distrés. El eustrés florece cuando el reto está bien calibrado: lo suficientemente difícil para motivar, pero realista.
2. Fomentar la autonomía
Las personas necesitan sentir que tienen cierto control sobre su trabajo. La autonomía fomenta la responsabilidad, la creatividad y la conexión con lo que hacemos. Elementos esenciales del eustrés.
3. Reconocer los logros
Celebrar los pequeños y grandes éxitos es una forma de transformar el esfuerzo en gratificación. El refuerzo positivo nos prepara emocionalmente para afrontar nuevos retos con entusiasmo.
4. Cuidar el ambiente laboral
Un clima emocional sano, basado en la confianza, el respeto y la cooperación, facilita que el estrés no se convierta en un enemigo. La seguridad psicológica es terreno fértil para el eustrés.
5. Entrenar la gestión emocional
No siempre podemos evitar el estrés, pero sí podemos aprender a gestionarlo. A través de la inteligencia emocional, técnicas de mindfulness o programas de bienestar, podemos entrenar nuestra mente para convertir tensiones en oportunidades.
Cómo las empresas pueden promover el eustrés
Desde el punto de vista organizacional, el eustrés debería ser un objetivo estratégico. Las empresas que saben generar eustrés en sus equipos son más productivas, innovadoras y sostenibles en el tiempo. Algunas prácticas recomendadas incluyen:
- Diseñar planes de desarrollo profesional que supongan retos reales.
- Evitar la microgestión y confiar en la capacidad de decisión del trabajador.
- Establecer sistemas de reconocimiento frecuentes, sinceros y variados.
- Promover la formación continua como parte de la cultura de empresa.
- Implementar medidas reales de conciliación y bienestar emocional.
Hemos podido observar en múltiples intervenciones en entornos corporativos que cuando se da espacio al eustrés, los resultados son visibles no solo en la productividad, sino en el clima laboral y la fidelización del talento.
El equilibrio es la clave
No se trata de eliminar por completo el estrés de nuestra vida laboral, sino de equilibrarlo. El eustrés necesita de ciertos ingredientes: desafío, control, significado, apoyo y descanso. Cuando alguno de estos factores falla, el estrés pierde su potencial positivo y puede convertirse en distrés.
Uno de los errores más comunes que hemos visto es confundir productividad con hiperactividad. El eustrés no significa estar ocupados todo el tiempo, sino saber gestionar nuestros recursos internos de forma eficiente. A veces, una pausa consciente es más productiva que una jornada maratoniana.
Ejercicios para cultivar el eustrés
Para terminar, queremos compartir algunas prácticas que podemos integrar en nuestra rutina para fomentar el eustrés:
Diario de retos superados
Al final de cada semana, anota al menos tres retos que hayas enfrentado con éxito. Esto fortalece tu autoconfianza y te recuerda de lo que eres capaz.
Técnica de visión positiva
Antes de una situación desafiante, visualiza el escenario con éxito. Observa cómo te sentirías al lograrlo. Esta técnica disminuye la ansiedad y favorece el estado de eustrés.
Revisar tus motivaciones
Pregúntate con regularidad: “¿Por qué estoy haciendo esto? ¿Qué me aporta?”. Cuando encontramos sentido a lo que hacemos, el estrés se transforma en impulso.
Práctica de respiración consciente
En momentos de tensión, realiza respiraciones profundas y lentas durante dos minutos. Este simple hábito ayuda a mantener la activación del cuerpo en un nivel saludable.
Aliarnos con el eustrés
El estrés no es siempre un enemigo. Como todo en la vida, depende del contexto, de cómo lo percibimos y de cómo lo gestionamos. El eustrés nos recuerda que la tensión también puede ser energía, motivación y crecimiento. Es esa chispa que aparece cuando nos sentimos retados pero capaces.
En el trabajo y en la vida, necesitamos del eustrés para avanzar. No se trata de huir del estrés, sino de aprender a transformarlo. De convertirlo en nuestro aliado. Porque en el equilibrio entre desafío y bienestar está la verdadera productividad.
Como psicólogos, creemos firmemente que fomentar el eustrés no solo mejora los resultados profesionales, sino también la calidad de vida. Y eso, en el fondo, es lo que más importa.
Por UPAD Psicología y Coaching

