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¿Es bueno estudiar escuchando música?

«A ver, problema de física, resulta que un coche sale del pueblo A hacia el pueblo B con velocidad constante y otro sale del pueblo B hacia el pueblo A con una aceleración determinada, ¿dónde se encuentran? Creo que si recojo los datos en una tabla puede que me aclare un poco más… no sé, o puede que deba escribir todo en una línea… se me ocurre que… “déjala que baile, con faldas de vuelo, con los pies descalzos…”, ¡nooooooo, casi lo tenía! Gracias Melendi, mejor apago la radio, la música y me vuelvo a concentrar. A ver, un coche sale…».

¿Cómo responde nuestra atención cuando estudiamos escuchando música?

Tras experimentar esta situación alguna vez muchos estudiantes siguen albergando la duda de si es posible estudiar mientras se escucha música sin alterar el rendimiento académico. Lo cierto es que en este asunto la experiencia y las características individuales relativas a la concentración y a la capacidad de atención son cruciales.

Partamos de la idea básica de que la atención funciona como un río cuyo caudal puede ser dividido en ocasiones. De este modo, al repartir el caudal en varias vertientes, cada una de ellas llevará menos agua que si no hubiéramos hecho la división. Así, la atención, que requiere de ciertos recursos mentales, cuando se divide para dirigirse a más de un objetivo, puede perder caudal, es decir, efectividad. La atención dividida normalmente es menos eficiente que la atención focalizada en un solo estímulo.

Tengamos en cuenta también que atender a un estímulo no es solamente no perderlo de vista o saber que está ahí. Desde el punto de vista académico los estímulos requieren de un procesamiento más o menos complejo que va a crear una exigencia y unas demandas intelectuales difíciles de satisfacer si la atención se encuentra dividida.

Pero no nos centremos solo en la posibilidad de dividir los recursos atencionales, también puede darse el caso de que nuestra atención se enfoque entre estímulos que tratan de pescar algo en nuestras aguas mentales de forma alternativa. De este modo, no podremos otorgar continuidad a una tarea ni a la otra, perdiendo una vez más el ansiado rendimiento en el trabajo.

Claves si decides estudiar con música

Casi parece que tras todo lo dicho cualquiera puede deducir que estudiar mientras se escucha música es casi un suicidio académico. Pues veamos algunas interesantes alternativas que se abren a los estudiantes amantes del ritmo.

  • Para empezar, el estilo musical es un factor bastante notable. Nada de ritmos machacones ni melodías histéricas. Si vas a estudiar con música que sea con algo relajante, suave y armonioso. Desde luego que los gustos de cada uno son muy variados y sobre esto puede abrirse todo un universo de posibilidades.
  • En cuanto al tipo de tarea que puede ser acompañada por música es recomendable que no sea todo lo que implique el aprendizaje de nuevos contenidos, es decir, que requiera de nuestra atención de forma especialmente rigurosa. Sí se puede escuchar música mientras se realiza una tarea repetitiva, conocida y que resulte incluso algo monótona.
  • Si vas a emplear música como compañía para tus tareas académicas asegúrate de que lo que escuchas sea familiar, es decir, reproduce un disco que has fusilado en numerosas ocasiones. Prohibido poner la radio. ¿Por qué? Porque todo es novedad en las ondas y tu cerebro va a estar más pendiente de adivinar qué artista suena en ese momento en lugar de empalarse los ríos de la Península Ibérica, por ejemplo.

Recuerda que todo esto no es más que una serie de recomendaciones. La atención funciona como te hemos explicado, cierto, pero la que a ti te interesa es la tuya. Conócete, haz tuya tu mente y averigua de qué modo funciona con mayor provecho. Si observas que estudiando con música disminuye tu rendimiento, apaga todo y céntrate. Si, de lo contrario, haciendo una selección musical adecuada eres capaz de no perder concentración, pues adelante, que siga el ritmo.

Por Salvador.

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