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Elementos del proceso motivacional y su funcionamiento

La motivación es la gasolina del cerebro. Partiendo de esta sencilla definición de motivación, se puede proseguir diciendo que estar motivado es un requisito fundamental e indispensable para funcionar en todos los ámbitos de nuestra vida, desde los estudios, hasta las actividades de ocio, pasando por el deporte, ya que al igual que el motor de un coche, nuestro cerebro sin gasolina no va a funcionar. Sin embargo, ¿sabemos cómo funciona en realidad la motivación? Os presentamos el proceso motivacional.

Si decimos que la motivación es la gasolina del cerebro, y este es nuestro motor, no basta con echarle gasolina, sino que necesitaremos de otros elementos que le ayuden a funcionar. Estos elementos de los que estamos hablando, van a interactuar entre ellos mismos para producir conductas. La interacción de estos elementos es lo que se conoce como proceso motivacional.

Principios del proceso motivacional y su interacción

En primer lugar, veamos qué elementos nos encontramos en el proceso motivacional para posteriormente explicar cómo funcionan. El primer elemento que nos encontramos, es el motivo, el motivo es la causa directa de un comportamiento, por ejemplo, el motivo de comer sería el hambre. El segundo elemento es la motivación, que como hemos dicho antes es la gasolina del cerebro. El tercer elemento es la conducta motivada, que está siempre dirigida hacia el cuarto y último elemento del proceso motivacional, el objetivo de nuestra acción, siguiendo el ejemplo de la comida y el hambre, el objetivo sería satisfacer nuestro apetito.

Bien, ahora que ya tenemos claro que el proceso motivacional está compuesto por un motivo, por la motivación, por una conducta motivada y por un objetivo, podemos explicar cómo interactúan estos elementos para dar lugar al proceso motivacional.

El proceso motivacional se inicia cuando aparece un motivo que queremos cumplir o satisfacer, para llegar a cumplir este objetivo, tenemos que llevar a cabo una serie de acciones y es aquí donde entra en juego la motivación, que actúa como hilo conductor conectando el motivo con la acción. De manera que, la motivación actúa sobre la acción dándole la energía necesaria, dirigiéndola hacia el objetivo y manteniéndola en el tiempo de manera que, la motivación convierte nuestro motivo inicial en una conducta motivada. ¿Por qué motivada? porque está motivada para alcanzar el objetivo marcado.

Pero, es verdad que no tenemos siempre el mismo nivel de motivación en las diferentes acciones que realizamos, ¿por qué? Esto se debe a la influencia que ejerce el objetivo que queremos cumplir sobre la motivación. Concretamente, el grado de atracción del objetivo y la expectativa de consecución del mismo van a determinar nuestra mayor o menor intensidad motivacional, de manera que, para que el nivel de motivación sea elevado necesitaremos que el objetivo que queremos alcanzar sea atractivo para nosotros. Además, tenemos que creer que tenemos posibilidades de alcanzarlo, puesto que si vemos que alcanzarlo es muy difícil para nosotros, nuestro nivel de motivación descenderá (aunque sea muy atractivo para nosotros), pero si por el contrario creemos que podemos conseguirlo, es decir, tenemos una expectativa de consecución del objetivo alta, nuestro nivel de motivación aumentará.

De manera que, sí queremos que alguien esté motivado para realizar unas tareas, tenemos que proponerles objetivos que sean atractivos para esta persona y que además le generen una expectativa de consecución elevada, de esta forma conseguiremos un nivel elevado de motivación, y en consecuencia, la potencia y la calidad de las acciones, se verán beneficiadas.

Por Diego Martínez.

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