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El "para qué" en los deportes de equipo

Es evidente que en un deporte individual, el deportista se fija unos objetivos, unas metas, unos fines, unos sueños, siguiendo sus deseos, sus emociones, sus sentimientos, incluso los consejos de otras personas. Así, ese deportista busca conseguir esos objetivos marcados haciendo uso de los recursos que dispone, su entrenador, su preparador físico, su psicólogo, su coach, su familia, sus amigos, etc.

 

¿Pero, qué pasa cuando tenemos un equipo? ¿Qué ocurre cuando tenemos un grupo de personas diferentes, con vivencias y experiencias diferentes, con pensamientos diferentes, con emociones diferentes, con filtros para la vida diferentes y, posiblemente, con objetivos diferentes?

 

El hecho de tener un grupo de personas implica, en muchas ocasiones, tener un numero de “para qué” similar al número de personas que componen el grupo. El para qué no es más que la motivación, la meta, el fin de para qué esa persona está en ese equipo, el para qué de la inversión de tiempo y esfuerzo en esa actividad, el para qué de privarse de un amplio abanico de alimentos o actividades, el para qué de formar parte de esto.

 

Me gustaría diferenciarlo del “por qué”. El por qué tiene que ver con el pasado, con los motivos que llevaron a esa persona a ese lugar o circunstancia. El por qué implica al pasado, importante, sin duda, pero fuera de nuestro círculo de influencia, ya no podemos actuar sobre ese pasado. Así, lo que quiere cualquier persona, cualquier deportista, es escribir su futuro, conseguir y disfrutar una meta.

 

Pongamos que nuestro equipo está en medio del mar mediterráneo en un barco de vela. Todos los integrantes de nuestro equipo tienen un para qué distinto, es decir, una motivación distinta, unos fines distintos. ¿Han oído alguna vez la famosa frase de Séneca: “No hay viento favorable para el que no sabe dónde va”? Graben la frase en sus retinas.

 

En nuestro barco habría muchos destinos. Destinos que se podrían vincular con motivaciones, así, alguno querría ir a Ibiza de juerga, otro optaría por visitar Italia, algunos querrían ir hacia Barcelona para ver esa maravillosa ciudad, otro lucharía por dirigirse a Valencia para visitar a su familia, y así, un número de diferentes destinos similares al número de integrantes del equipo.

 

Aun con todas las condiciones meteorológicas a nuestro favor, con sol, con el viento necesario para llegar a dónde nos propusiéramos, con todos los recursos que pudiéramos imaginar a nuestro alcance, el barco estaría parado, parado haciendo referencia a la famosa cita de Séneca, tendríamos viento, recursos, pero no tendríamos un destino claro, un lugar específico al que dirigirnos, sino un montón de lugares diferentes, incompatibles, que harían que nuestro barco estuviese parado.

 

Entonces, ¿qué hacemos? Las opciones, al igual que los «para qué», también son numerosas, desde formular un fin común, hasta hundir el barco.

 

Recuerdo el primer año que estuve cómo psicólogo deportivo de un club de fútbol femenino que militaba en primera división autonómica. En este equipo había «para qué» muy variopintos, pero la mayoría se podían etiquetar en dos grupos, las que el para qué hacía referencia únicamente a divertirse y pasárselo bien, y las que el para qué hacía referencia a competir. Ni una opción es mejor ni peor que la otra, lo que estaba claro era que el hecho de no tener un «para qué» grupal nos empujaba a conflictos continuos. O todos remamos hacia la misma dirección o volvemos a estar parados, o lo que es peor, hundimos el barco.

 

Y es aquí dónde entra la figura del líder, del entrenador, del psicólogo, o de cualquier agente que busque contribuir a que no se hunda el barco, sino a generar conciencia para llegar al estado que, a mi entender, es el ideal. Éste, radica en entender que cada persona puede tener fines a nivel individual y que el hecho de generar un fin a nivel grupal no implica tener que renunciar a mi para qué particular.

 

Así, los «para qué» particulares representan riqueza, saber qué es lo que motiva a esa persona, usando toda esa información para crear un paraguas, un para qué, que cobije a todos los integrantes del grupo, sabiendo quien es su compañero, para qué está ahí y qué han venido a hacer todos como equipo.

 

 

Rubén Bravo Carvajal

@rrbcc

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