En los últimos años el concepto de aceptación está tomando más fuerza que nunca, en parte debido a la popularidad que está obteniendo la terapia de aceptación y compromiso. Y lo cierto es que la aceptación, puede generar efectos muy positivos y liberadores sobre cómo una persona se siente consigo misma, con los demás y con su situación personal. Sin embargo, este concepto a menudo no es bien entendido o la gente no tiene clara la diferencia entre lo que es la aceptación o por el contrario, la resignación; y esto es precisamente lo que me gustaría explicarte en el artículo de hoy.
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¿Este problema es algo que puedo cambiar?
Si es algo que puedes y en efecto, quieres cambiar, entonces se puede trabajar para conseguirlo. Pero si, por el contrario, se trata de algo que no puedes cambiar, entonces es probable que el mejor camino a tomar sea la aceptación. Antes de llegar a este punto, puede que hayamos tenido otro tipo de reacciones a la hora de enfrentarnos a este problema que no es susceptible de cambio y que te molesta que sea así. Es posible que durante el proceso, hayas pasado por varios estados como la negación, la frustración e ira, que hayas intentado combatir el problema, evadirte de él, o incluso darte por vencido o resignarte. Pero lo cierto es que, desde un punto de vista psicológico, no suelen ser muy útiles, especialmente a largo plazo, aunque te sientas bien en el momento. Y puesto que afrontar los problemas con esa actitud puede llegar a ser muy destructivo, la aceptación, es probablemente bastante más saludable.
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¿En qué se diferencia la aceptación de la resignación?
La diferencia puede ser sutil, pero es importante: resignarse suele ser una respuesta más pasiva y derrotada, mientras que la aceptación es una respuesta más activa y neutral. La aceptación se trata de reconocer el problema al que te estés enfrentando y hacerte cargo de lo que está bajo tu control, incluso si es solo tu reacción. Por ejemplo, si uno se enfrenta a una enfermedad crónica, darse por vencido y resignarse puede llevar a descuidar el autocuidado, pero la aceptación conduce a intentar sacar lo mejor de la situación, por desafortunada que sea, al comprender completamente lo que está ocurriendo y lo que se puede hacer para manejarla mejor.
Aunque, al igual que con todo lo demás, no todo es blanco o negro. A veces rendirse es lo mejor que se puede hacer, especialmente si nos ayuda a seguir adelante con nuestras vidas, como por ejemplo, dejar de intentarlo en una relación poco saludable. La sabiduría de esto está en saber elegir cuándo y en qué tipo de situación.
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¿Eres propenso a aceptar o a resignarte?
La elección puede verse influenciada por el problema o la situación específica, el estilo de personalidad de uno, el carácter y los comportamientos aprendidos en torno a la resolución de problemas. Es por esto que practicar la aceptación es una conducta que podemos aprender y mejorar con el tiempo, analizando las situaciones y eligiendo activamente cómo vamos a gestionar lo que nos está ocurriendo.
En conclusión, la distinción entre la aceptación y la resignación puede ser sutil, pero a veces son los detalles los que marcan la diferencia: darse por vencido puede ser pesimista y contribuir a una peor adaptación a la nueva situación, mientras que la aceptación tiene que ver más con seguir adelante con actitud de apertura para con la vida, independientemente de la situación en la que nos encontremos.
Espero que esto te ayude si estás pasando por un momento difícil para ti.
Por Lucía Rubín
Referencias bibliográficas
- Larmar, S., Wiatrowski, S., & Lewis-Driver, S. (2014). Acceptance & commitment therapy: An overview of techniques and applications. Journal of Service Science and Management, 2014.
- Van Netten, J. J., Francis, A., Morphet, A., Fortington, L. V., Postema, K., & Williams, A. (2017). Communication techniques for improved acceptance and adherence with therapeutic footwear. Prosthetics and orthotics international, 41(2), 201-204.