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Desarrollo personal: me acepto en la derrota

“Otra vez he perdido”, “siempre que jugamos contra este rival perdemos”, “nunca me sale esa receta de la salsa”, “¿Por qué cada vez que me presento a una oposición y no apruebo me hundo y me cuesta recuperarme?”, “cuando tengo que presentar un proyecto frente a un compañero de trabajo y me supera, no se digerir la derrota”. ¿Te ha pasado esto o algo parecido alguna vez? ¿Te has enfrentado en algún momento a un reto que no has superado y te cuesta aceptarlo? No te preocupes, no lo haces peor que los demás. Para tu tranquilidad estás en la media de lo que le ocurre al resto de personas como tú y tiene una fácil explicación, no estamos acostumbrados a aceptar las derrotas y, aunque te pueda parecer mentira, el mundo no se acaba aquí. A través de un proceso de desarrollo personal podemos dar significado a todo esto que pensamos.

Vivimos en una sociedad en la que habitualmente somos aceptados por lo que somos capaces de lograr, en la que se premia la victoria, al ganador y se minimiza o invisibiliza al perdedor. Tenemos la sensación de que, si no ganamos, entonces no somos merecedores de pertenecer a este mundo. La derrota es un hecho tan legítimo y perteneciente a la realidad como la victoria.

No se pretende aquí ofrecer la panacea para que se pueda digerir esa bola que se forma ante lo que pueda considerarse “un fracaso” por estar prohibido fallar, sólo se proporcionaran unas pequeñas pautas que bien trabajadas, pueden ayudar a hacer de esa “bola” un trago menos amargo, más fácil de asimilar y del cual poder aprender.

¿Cómo podemos aprender de la derrota?

Para aprender de una derrota, primero hay que saber entenderla, no cuestionarla, es decir, saber que forma parte de las probabilidades de la vida, y por tanto, no supone el fin de ésta. Recuerda que somos vulnerables y que hagamos lo que hagamos no todas las veces se puede ganar. Si intentas controlar las situaciones de tu vida, es posible que este enfoque te precipite al “fracaso”, pues las situaciones no se pueden controlar en sí mismas de por sí. A partir de aquí, se pueden suceder episodios de frustración, ira, desconsuelo, decepción, culpa, etc. En lugar de eso, será recomendable aprender de todo ello, para autocontrolarse en cada situación e intentar evitar que dichas situaciones te acaben superando.

La derrota no suele ser permanente, sino circunstancial. Depende en parte del contexto en el que nos estemos desenvolviendo. No la pongas en el escalafón que no la corresponde, no es algo que te vaya a ocurrir en todos los apartados de tu vida. Porque te haya salido mal el examen, no te tiene que salir mal tu cita con esa persona que llevas esperando tanto tiempo. No la conviertas en un leitmotiv. Somos más que nuestros resultados en un determinado ámbito de nuestra vida.

La derrota tiene que abrir en ti un periodo de reflexión. Al aprender de ésta, nos desafía a sacar lo mejor de nosotros mismos para volver a intentarlo, porque la capacidad de superación es una virtud que no solo fortalece nuestra confianza y autoestima, sino que engrandece nuestra actitud. Por este motivo, no deberías aceptar la derrota con desilusión y pasividad. Vamos a darle una vuelta más al dicho “de los errores se aprende”. Aunque no sea un error lo que te ha impedido alcanzar tu propósito, no tienes porque dejar de aprender de ello.

Claves para superarnos tras la derrota

En definitiva, es recomendable aceptar la derrota desde una perspectiva inconformista, desde la perspectiva del aprendizaje, desde la racionalidad que nos plantea su existencia. Que sea la derrota la que te inspire a seguir luchando, que te desafíe a seguir intentándolo, teniendo siempre presente que por aceptación no quiero decir resignación y apatía, quiero decir entendimiento, circunstancialidad y aprendizaje. El fracaso es un paso previo y necesario hacia la excelencia. Nadie aprende a caminar sin antes caerse.

¿Qué me dices ahora? ¿Estás preparado para aceptar tus derrotas con otra perspectiva?

Por Óscar Martínez Dávila.

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