La mayoría de lesiones deportivas se dan por accidente, sin embargo, hay un porcentaje causado por malas prácticas. Por ello, lo primero a la hora de enfocar las lesiones es tratar de prevenirlas.
¿Cómo podemos prevenir las lesiones? Es esencial concienciar a los niños sobre la importancia de esta prevención, de manera que sepan desde pequeños que sus actos pueden aumentar o reducir el riesgo. Para ello, les explicaremos qué pueden hacer para prevenir lesiones.
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Recomendaciones para prevenir lesiones deportivas
- Llevar calzado y equipo de protección adecuado.
- Realizar de forma obligatoria y correcta los estiramientos antes y después de cada entrenamiento.
- Hacer cortos periodos de descanso durante los entrenamientos.
- Respetar de forma estricta las reglas sobre choques, especialmente los de cabeza.
- Parar de inmediato en caso de que haya algún dolor, informando al entrenador y/o padres por si fuera necesaria revisión médica.
- Beber gran cantidad de agua antes, durante y después del ejercicio.
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¿Cuándo acudir al médico?
Es importante pedir opinión médica en caso de que:
- El dolor sea excesivo.
- El dolor aumente con el movimiento.
- El área lesionada se haya hinchado.
- Se produzca una reducción de la movilidad.
- El dolor perdura una semana o más.
En caso de que se produzca una lesión, el estado emocional puede verse afectado. En ocasiones, el impacto psicológico produce mayores consecuencias para la persona que la lesión física. Un buen proceso psicológico puede favorecer el tiempo de recuperación, por lo que debemos darle gran importancia.
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¿Qué hacer para reducir el impacto emocional?
- Seguir de forma estricta las indicaciones médicas y/o fisioterapéuticas, y el programa de rehabilitación. Esta es la manera más adecuada y rápida para poder volver al rendimiento previo a la lesión, o incluso superarlo. Es importante que el niño/adolescente entienda que reincorporarse antes a las actividades físicas no va a facilitar un buen rendimiento, pero si puede facilitar todo lo contrario, ya que puede dar lugar a una recaída.
- Evitar que el niño/adolescente se obsesione con la vuelta. Para ello, podemos ayudarle a buscar otras actividades que resulten de interés durante el proceso de recuperación, lo cual puede servir a su vez para evitar “sentimientos de inutilidad”
- Ayudar al niño/adolescente a manejar el miedo o el estrés provocado por la lesión. Es importante que puedan expresar sus sentimientos y que se sienta que estos son comprendidos por el adulto. También se pueden enseñar técnicas de relajación en caso de que el estrés o la ansiedad sean intensos.
- Conseguir en el niño/adolescente una actitud de reto frente a la recuperación, haciéndole entender siempre que es un proceso lento pero completamente necesario en el que una buena actitud puede favorecer una pronta recuperación.
- En relación al punto anterior, podemos ayudarle a establecer objetivos a corto, medio y largo plazo durante el proceso de recuperación, de manera que aumente su motivación y satisfacción conforme se vayan consiguiendo.
- Fomentar en el niño/adolescente una actitud positiva y explicarle que el optimismo se relaciona con una mejor recuperación. Para ello podemos enseñarle a identificar las autoverbalizaciones negativas para eliminarlas y reemplazarlas por autoverbalizaciones positivas. “Un día más es un día menos”.
- Animarle a buscar apoyo en sus compañeros de equipo, club, amigos, familiares…
- Animarle a que siga acudiendo a las competiciones a animar a su equipo, incluso a algunos entrenamientos, de manera que siga teniendo el sentimiento de pertenencia al grupo. Esto, además, le ayudará en el proceso de adaptación al reincorporarse en el equipo.
- Eliminar sentimientos de culpabilidad en caso de que estos existan.
- Animarle a ejercitar el resto del cuerpo, en la medida de lo posible y tras haber estirado previamente.
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Cuando finalice el proceso de recuperación y el niño/adolescente se encuentre preparado físicamente para volver, debemos insistir en calentamientos completos y bien hechos y en cierta progresión que seguramente será facilitada por el entrenador (habrá que empezar con menor intensidad que irá aumentando de manera que con el tiempo se consiga un rendimiento igual o incluso mayor al de antes de la lesión). Habrá que estar atentos por si el rendimiento del menor se ve afectado por el miedo a una recaída o nueva lesión, y si es el caso trabajar en ello.
Por Cristina Prieto Sánchez