‘Boyhood: momentos de una vida’ (Richard Linklater, 2014) es una de esas películas que destrozan al espectador. Una historia que mezcla la nostalgia del inexorable paso del tiempo con la crudeza inherente de la vida.
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Filmada a lo largo de 12 años, esta cinta refleja los cambios y el crecimiento de Mason Jr., desde los 6 hasta los 18 años, como el de sus familiares, amigos y entorno. Mason es un niño muy retraído, le cuesta socializar y se evade con facilidad, hecho que le cuesta unas calificaciones muy bajas en la escuela. Pero también es muy creativo, le encanta la geología y la fotografía.
El apego familiar
A todas las complicaciones personales que se presentan ante el desarrollo de nuestro protagonista, también se suman las problemáticas familiares y de conciliación. Sus padres, Olivia y Mason, están separados, aunque Mason Jr. vive con su madre y su hermana con las que mantiene una relación muy íntima y afable.
Olivia es muy trabajadora, entregada y está fervientemente entregada a sus hijos, pero con el trabajo apenas puede estar con ellos, ni tiene redes de apoyo cercanas o dinero para una cuidadora. Además, Mason lleva más de un año sin visitar a sus hijos, aunque cuando los ve siempre se muestra muy interesado en sus evoluciones e inquietudes, así como cariñoso y atento. De esta forma, Olivia ha de sacar tiempo de donde no puede. Sus decisiones son las que van a marcar el devenir de la cinta, así como el de nuestro protagonista. Los cambios de ciudad, de pareja, amistades atraen vaivenes emocionales.
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El crecimiento de Mason Jr. no está siendo sencillo, pero tampoco el de Samantha, ni el de Olivia, ni el de nadie. No es un proceso simple, aunque tampoco es igual de complejo para todos. Olivia ha apostado por su sueño, por seguir estudiando para llegar a ser profesora de Psicología, objetivo que hacia la mitad de la película consigue alcanzar y es a partir de donde intentaremos reflexionar en este texto.
En un día en el que Mason acababa de salir de clase, a su hermana Samantha se le olvidó recogerlo, así pues, decidió marchar a pie hasta el aula universitaria en la que su madre estaba impartiendo clase. En esta clase Olivia cita la teoría del apego de John Bowlby. Y bien, ¿qué importancia tiene aquí la Teoría del apego?
Teoría del apego de Bowlby
La Teoría del apego de Bowlby habla de la necesidad biológica tanto de los bebés como de las madres de mantenerse en contacto entre sí. Es decir, los bebés cuentan con este mecanismo como función protectora ya que al ser totalmente dependientes requieren de los cuidados maternos o de una figura de apego. Para Bowlby, una madre y un bebé han de estar muy “enamorados” entre ellos. Como describe Olivia en el filme, si un tigre entra en una cueva en la que estas con tu bebé, una buena madre enamorada, cogerá a su bebé y saldrá corriendo, aunque este hecho produzca que corra de manera más lenta puesto que tenga mayor peso que portar.
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El apego posee una gran relevancia dentro del marco de desarrollo de los niños. En estas relaciones primarias con las figuras paternas y/o maternas van a aprender el modo en el que han de interaccionar con el resto de personas y con el mundo. Los llantos del bebé reclaman la atención del cuidador/a, bien por necesidades fisiológicas pero también emocionales, es decir, el bebé se encuentra solo ante un mundo que no conoce y ante el cual no se puede defender por su gran vulnerabilidad. Cuando ante estas llamadas no acudimos, o respondemos con golpes o gritos, en el futuro el bebé tenderá a interpretar la violencia, la desobediencia o la evitación como una forma adaptativa y adecuada de responder ante las demandas de su entorno.
En este filme, los padres son los claros salvadores de Mason Jr., tanto Olivia como Mason se muestran abnegados con sus hijos y trabajan duro para que estos tengan la mejor calidad de vida posible, eso sí, también cuentan con limitaciones, mostrando las dificultades que sufren con ambos hijos, pero es algo que forma parte del proceso porque nadie nace sabiendo ser un buen padre o madre, como dice la cultura popular.
La entrega y el sacrificio por parte de los progenitores son los aspectos que se tornan centrales en la crianza tanto de Mason como de Samantha. Es decir, la madre “enamorada” de la que hemos hablado en la teoría de apego, queda ejemplificada con las actuaciones llevadas a cabo por parte de Olivia. En la odisea que se convierte la vida de esta familia, Olivia siempre porta a sus hijos por delante, a pesar de lo difícil que pueda volverse la vida, los estudios, pagar una casa, etc. Jamás los abandonaría ante el tigre por facilitar su propia huida. Sin embargo, al final de la película es donde recibirá su recompensa, con sus dos hijos, ya estudiantes de la universidad, que se han marchado de casa y son totalmente independientes.
El paso del tiempo es cruel. Cualquier momento, cualquier acción o decisión en apariencia insignificante puede convertirse en un desencadenador de una nueva creencia o de un nuevo mundo. La actitud de Mason de impasibilidad y desarraigo frente a las personas que no son de su familia nos muestra la desesperanza que ha calado en su personalidad debido a la inestabilidad que ha vivido. Así pues, lo que realmente vivimos se introduce en nosotros para acompañarnos, para crearnos, para vernos.
Esta cinta nos enseña lo inútil que resulta preocuparse por el paso del tiempo, por el futuro. Se pone de manifiesto nuestra capacidad de adaptación, de resiliencia, de amar. Como dice la frase que cierra la película; “siempre pensamos que debemos atrapar el momento, pero en realidad, es el momento el que nos atrapa a nosotros”.
Por Manuel Maldonado Megías