Cada vez es más frecuente oír hablar de los famosos “ladrones de tiempo” pero ¿qué son efectivamente?
Yo siento que los ladrones de tiempo son como una especie de gnomos invisibles que corretean por todas partes, interponiéndose entre mí y algo que me he propuesto hacer. Desde ordenar los recibos, escribir este artículo o hacer un poco de ejercicio. Son tan sutiles y astutos que es muy difícil darse cuenta de que están ahí, haciendo de las suyas para que al acabar el día tengas una sensación de no haber parado ni un momento y sin embargo pensar “no me llegan las horas…Ojalá tuviera más tiempo”.
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Ladrones de tiempo: están pero no se dejan ver
Estos “ladronzuelos” son muy dados a camuflarse en forma de determinadas actividades, situaciones o personas que te distraen de tu objetivo. De hecho, se calcula que pueden reducir el rendimiento hasta en un 70% de las horas más productivas en el trabajo y retrasar hasta nueve minutos cada tarea. No hace falta ser un as con los números para darnos cuenta de que influyen tremendamente en nuestro desempeño.
Por suerte tienen un punto débil… ¡ser descubiertos! Cuando das con uno de esos pequeños duendecillos roba-minutos y pese a eso, le dejas entrar, lo que en realidad sucede es que tú, voluntariamente decides emplear tu tiempo en esas otras actividades.
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¿Cómo empleamos el tiempo?
Veamos algunos ejemplos con los que seguro nos identificamos muchos de nosotros, para poder “descubrirlos” y ya de paso proponer alguna solución:
1. Internet, notificaciones y redes sociales
Se puede considerar a este tipo el “rey de los ladrones de tiempo”. Hagamos lo que hagamos y estemos donde estemos, el móvil es una extensión de nuestra mano. Seamos sinceros, nada urgente te llega a través de una notificación. Desactiva las alertas, ya revisarás el móvil cuando hayas acabado.
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2. Correos electrónicos
Más o menos es similar al caso anterior. Estoy concentrado en algo, me llega un email, “ya que estoy lo miro, total es un momento”. Diez minutos después, “¿A ver, por donde iba?” … Otros cinco minutos más para volver centrarme en lo que estaba. En serio, raramente llega algo por internet que no pueda esperar, haz la prueba.
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3. Reuniones
Las reuniones como tal no son una pérdida de tiempo, pero sí pueden serlo cuando no se definen previamente los temas a tratar y no se establece un límite de tiempo. Si no sales con la sensación de tener tus tareas claras y además has echado la mañana, algo no funciona.
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4. “Urgencias”
Es posible que aparezcan asuntos que requieran nuestra atención inmediata, lógicamente es imposible tenerlo todo controlado. Pero es importante saber diferenciarlos de aquellos que surgen de una mala planificación anterior, tareas aplazadas, etc. Evita que un asunto normal se convierta en urgente por un mal control de fechas o responsabilidades.
Ni que decir tiene, que a veces cargamos con las urgencias de otros. Recordad, cada uno es responsable de la gestión de su propio tiempo. Si tú te organizas, pero asumes las “urgencias” de otros tampoco serás muy productivo.
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5. Interrupciones
Bien en forma de llamadas, de visitas inesperadas o de favores a compañeros o amigos. Haz bandera de la asertividad. Si no es una urgencia de verdad, lo puedes atender más tarde.
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6. Falta de objetivos
Los objetivos nos marcan el camino, la ausencia de objetivos claros que determinen un plan de acción, puede hacer que acabemos priorizando tareas que realmente no son importantes.
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7. Falta de organización
Muy en relación con la anterior. Si no hay una planificación, el tiempo se nos escapa como arena entre los dedos. Solo decidiendo qué es importante, el tiempo pasa. Empezamos algo, pero lo dejamos a medias por que vence la fecha de otra cosa y así hasta que al final lo pendiente se vuelve urgente. Para, respira, planifica y actúa.
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8. Procrastinación
Estamos aplazando algo que tenemos pendiente, que no nos gusta, que nos da pereza, y encima cuanto más lo pensamos más nos pesa, como si tuviéramos esa nube de los dibujos animados que nos sigue a todas partes y en cualquier momento, va a soltar el chaparrón. No por aplazarlo más va a desaparecer; hazlo ya. Así, sin pensarlo mucho, yo lo llamo poner el piloto automático.
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Seguro que ahora tú puedes identificar estos u otros ladrones de tiempo que están presentes en tu día a día y puedes tomar consciencia de ellos. La ventaja de que seamos los responsables de la gestión de nuestro tiempo es que depende de nosotros decidir qué hacer con ellos, si seguir dejándoles corretear a sus anchas a nuestro alrededor o apartarlos de nuestro camino.
Por Violeta González