Ahora que se acerca el verano y con él las vacaciones, quizá te has dado cuenta de “la falta que te hacen”, de que “no puedes más” y de que estás realmente “quemado” (burnout).
Pues sí, tómate esas vacaciones y disfrútalas, pero… ¿por qué no intentar llegar tan cansado a las próximas? ¿Por qué no intentar estar un poco mejor en tu ambiente laboral?
El síndrome Burnout o estar quemado aparece debido a una mala gestión de las demandas que nos hace el ambiente laboral y los recursos personales que tenemos. Es decir, que aparece estrés.
Para poder evitarlo, te dejamos algunos consejos.
1. Organízate bien
Sabemos que es algo muy típico, no se trata de que te compres una agenda y la dejes guardada en el cajón, no.
Organiza tu horario teniendo en cuenta tus limitaciones. Hay muchas formas diferentes de organizarse, por tiempo dedicado, por tareas, por días de la semana…
Piensa qué es lo mejor para ti. Quizá tengas que cumplir con la entrega de proyectos y sea mejor marcarte las metas dividiendo en pequeñas tareas.
O quizá simplemente necesitas tener seguro que inviertes un determinado número de horas a una actividad en concreto.
Tómate tu tiempo para pensarlo, haz borradores, prueba diferentes opciones, al final darás con la que más útil te resulte.
2. ¡Delega!
Sí, sabes de qué hablamos: no puedes con todo. A veces queremos tener el control de todo lo que nos rodea en un intento desesperado de no cometer ni una sola equivocación.
¿Sabes qué? Intentar estar en todo hace que tu atención se divida, baje la concentración, aumente el estrés y muy probablemente, al final, acabarás cometiendo algún error que podrías haber evitado si hubieras repartido las tareas.
Puede que no sea sencillo intentar repartir las tareas o funciones entre tus compañeros de trabajo o tus empleados, pero cargarte todo a tus espaldas puede acabar pasándote factura.
No hace falta que dejes de realizar funciones muy importantes, pero seguro que puedes encontrar pequeños pasos intermedios que te ayuden a liberar algo de la caga que llevas.
3. Desconecta
Tenemos la fea costumbre de salir del trabajo y seguir pensando en lo que tenemos que hacer, lo que ha salido mal ese día o lo que podríamos mejorar mañana.
No está mal pensar en ese tipo de cuestiones, puede ser una reflexión que te ayude a mejorar o a ser más eficiente. Así que, ¡hazlo!, pero en tu horario de trabajo.
Una vez que salgas de tu puesto de trabajo intenta centrarte en el momento presente, en lo que vas a hacer, en tu descanso, en tu ocio, es decir: en tu salud.
No dejes de hacer esas cosas con las que disfrutas. Si el trabajo te ocupa tanto tiempo que ya no puedes ni salir a dar un paseo o jugar ese partido de fútbol con tus amigos, es el momento de hacer un cambio.
4. Pide ayuda
A veces no puedes delegar en alguien, quizá no tienes compañeros entre los que puedas repartirte las funciones y no sabes muy bien cuál es el paso para soltar algo de peso.
Pedir ayuda a la gente que te rodea puede ser una opción. El estrés nos hace centrar toda nuestra atención en el problema y no nos deja tomar perspectiva.
Esto es como intentar observar un cuadro pegando la cara a él. ¿Crees que puedes ver la obra completa? Sólo verás una parte y además estará bastante distorsionada.
Pedir ayuda a la gente que te rodea puede resultarte de ayuda para alejarte de la pintura y observar el paisaje, tomar perspectiva puede darte la oportunidad de plantear alternativas.
Si todo esto te suena demasiado complicado o crees que no tienes los recursos suficientes, no te preocupes, también puedes hablarlo con un psicólogo. No vivas esperando a las vacaciones para poder ser tú mismo, ya sabes eso que dicen “hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar”. Puedes vencer al síndrome de Burnout si tú quieres.