Alcanzar el máximo rendimiento, parece ser el único objetivo a conseguir en toda competición deportiva, pero sin contemplar y llegar a controlar diversos factores tanto internos como externos, como por ejemplo el estrés, no podría ser posible.
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Habilidades psicológicas en el deporte de competición
El trabajo de base de cada deporte es el pilar básico de entrenamiento. Un trabajo metódico y sistemático en la base suele tener, como recompensa posterior, una mejora en el deporte de competición, tanto en la cantidad como en la calidad de sus practicantes. En estas etapas de formación de los deportistas, resulta fundamental el desarrollo de todas las cualidades necesarias para la futura alta competición, entre ellas las habilidades psicológicas. Todo ello conlleva una minuciosa planificación de ese trabajo, a la vez que una continuidad en el tiempo creando una rutina de constancia en el trabajo físico y mental.
La vida competitiva va acompañada de sucesivas emociones y situaciones a las que enfrentarse, por ello, el control del estrés dentro de la competición resultaría imprescindible para poder alcanzar nuestra mejor versión.
Atención y control de la activación contra el estrés
Un primer objetivo sería mantener el foco de atención en lo realmente relevante que se pretende conseguir. De esta manera, el centramiento correspondería a un solo aspecto para excluir información que no corresponde a la situación requerida y que se presenta a modo de diferentes distracciones que pueden repercutir en el resultado final.
Como segundo objetivo, esta atención del foco principal necesitaría dividirse para poder ejecutar y atender dos o más acciones relevantes, ya sean externas relacionadas con la ejecución de la tarea, o internas para el control emocional y del estrés.
Y como tercer objetivo, una activación fisiológica en el doble sentido, por un lado, para potenciar el nivel óptimo y lograr realizar la tarea como se ha entrenado previamente y por otro, compensar la alta activación para que los niveles no se disparen más de lo necesario y sea la propia activación la que pase a controlarnos. De esta manera, sería necesario aplicar técnicas de respiración y relajación contra el estrés y lograr cada paso de la concentración.
Nuestra capacidad atencional es limitada y dificulta el saber diferenciar los estímulos relevantes. Por ello, el aprendizaje en control mental además del entrenamiento físico en cada dinámica de entrenamiento, va formando al deportista para que obtenga mayor experiencia con determinada habilidad y la necesidad de un empleo menor de atención al ejecutar la técnica, así su proceso atencional irá evolucionando desde un requerimiento atencional en cada gesto a una práctica mecanizada, donde en esta última fase, la atención puede atender al resto de componentes que afectan y se deben controlar en la competición.
Por Alba Niño González