Las casas de apuestas han entrado en nuestras vidas más que nunca, solo trate de pensar en el nombre de alguna de ellas y verá como seguramente, ya haya oído alguno de sus nombres en anuncios o los haya leído en carteles, quizás las recuerde por sus pegadizas sintonías (“entra, entra, entra… mira, mira, mira… apuesta, apuesta, apuesta”). Resulta fácil que alguna le haya venido a la mente, ya que el aumento de anuncios de juego online y, por tanto, de casas de apuestas ha sido enorme en los últimos años, desde los 128.000 anuncios en 2013, hasta los 2.700.000 en 2017; un auténtico bombardeo publicitario.
El fenómeno de las casas de apuestas se relaciona con el de la ludopatía y aunque las apuestas siempre han estado presentes en nuestras vidas mediante los casinos, el póker, las tragaperras y otros juegos, actualmente se está viviendo un repunte de los casos de ludopatía.
Ludopatía: el negocio de las casas de apuestas
Hablamos de un trastorno de control de los impulsos, es decir, los ludópatas sienten una urgencia por jugar y por apostar, se convierte en su primera necesidad y les resulta muy difícil resistir el impulso de hacerlo. En caso de no hacerlo sienten un profundo malestar e incluso un síndrome de abstinencia, al igual que los adictos al alcohol, al canabis y a otras drogas. La ludopatía tiene un gran impacto ya que empeora la calidad de vida del jugador, tanto a nivel de sus relaciones, como laboral, económico, etc.
El perfil del jugador promedio es el de un hombre de entre 18 y 43 años, que vive en pareja y que tiene un bajo nivel económico y de estudios. Las casas de apuestas saben esto y abren el doble de establecimientos en los barrios más desfavorecidos, aquellos con una renta inferior a los 25.000€. A pesar de que la mayoría de grandes empresas saben quién es su potencial cliente, el caso de que el negocio de las casas de apuestas se relacione con la ludopatía, sitúa a este tipo de negocios ante una decisión de difícil justificación ética.
No obstante, el mayor aumento lo encontramos entre los jóvenes menores de 25 años, los cuales son en general universitarios o trabajadores precarios que, al no tener dinero para seguir apostando, incurren en endeudamientos, venta de propiedades, hurtos o menudeo de drogas… Éstas son en general las consecuencias problemáticas que observamos y que hacen que el ludópata pida ayuda o comience un tratamiento para superar su adicción.
Ludopatía en adolescentes y menores de edad
Un caso llamativo es el de los menores de edad que, aunque no pueden apostar legalmente, un 6% de los alumnos de la ESO reconoce haberlo hecho alguna vez. Si a este dato le sumamos que el 44% de los jugadores que se inician antes de los 18 años, acaba desarrollando una ludopatía, resulta alarmante.
Los adolescentes son especialmente vulnerables a los juegos de apuestas; campañas publicitarias que promueven su impulsividad, la sensación de que pueden ganar dinero fácil y de manera emocionante y el regalo inicial de una cantidad simbólica para comenzar a apostar les atraen notablemente. Los juegos que mayor adicción provocan son aquellos en los que existe una menor cantidad de tiempo entre la apuesta y el premio, de forma que se puede apostar muy frecuentemente y tratar de recuperar lo perdido pronto; no obstante, a la larga la banca siempre gana… y la mayoría perdemos…
Otra gran influencia es la de su grupo de amigos; la figura del jugador solitario que producía cierto rechazo social es cosa del pasado, actualmente el juego de apuestas es otra actividad de ocio más, especialmente en el caso del juego online. Esto ha convertido el juego en un fenómeno más dinámico, que se puede llevar a cabo en cualquier sitio y lugar.
Por otra parte, los adultos tenemos un importante papel a la hora de transmitirles como de válido es jugar y apostar; mostrar que apostar es algo normal conduce a probar, a apostar cada vez más dinero y a quitarle importancia a las apuestas. En los casos en los que apostamos para añadir emoción a un evento deportivo, conseguimos que el evento deportivo deje de ser emocionante si no apostamos, por lo que apostar se vuelve imprescindible para nuestra diversión de dichos eventos, hablamos en este caso de dependencia.
Diversos partidos políticos y colectivos solicitan una mayor regulación en cuanto a la apertura de nuevas casas de apuestas y mejores controles a la hora de controlar el juego online. Una de las principales medidas es la prohibición de establecer casas de apuestas cercanas a los colegios o los centros de terapia de ludopatía.
Es evidente que las personas con ludopatía encuentran serias dificultades a la hora de resistirse a apostar, por ello existe un registro voluntario en el que los propios ludópatas se inscriben para que les prohíban acceder a las salas de juego; el número de inscritos no para de aumentar.
El debate del juego de apuestas está cada día más presente; de un lado de la balanza: la libertad individual y económica; del otro: la lucha contra una adicción como la ludopatía.
Por Ander Aparicio.