¿Eres de esas personas que tienen mucha energía para hacer todo lo que quieres o de esas otras que casi siempre están cansadas o sin ganas? Todos deseamos sentirnos vitales, con fuerza y con entusiasmo. ¿Alguna vez has pensado qué te hace sentir así?
Los ladrones de energía
Fisiológicamente nuestra energía tiene que ver con aspectos como cuánto dormimos, la calidad del sueño, nuestra alimentación, el ejercicio que hacemos, etc. Cuidarnos físicamente y tratar de llevar hábitos saludables nos van a ayudar a mantenernos vitales.
Pero también hay otros factores, de los que muchas veces no somos conscientes, que nos afectan psicológicamente y nos agotan mental y emocionalmente quitándonos energía y vitalidad.
Uno de ellos son las tareas pendientes, todas esas labores que tenemos que hacer, pero que vamos posponiendo, o esas que empezamos y dejamos a medias con la intención de terminarlas después.
Todo lo pendiente pesa en nuestra mente, nos genera intranquilidad y puede robarnos energía. Para contrarrestar tenemos un remedio, la acción.
Puedes empezar escribiendo una lista de todas tus tareas pendientes, revisarlas, y empezar por las que te lleven muy poco tiempo. Quizá algunas de ellas no te lleven más de unos minutos.
David Allen, en su libro sobre gestión del tiempo Getting Things Done (Organízate con eficacia) propone la técnica llamada “la regla de los 2 minutos». Consiste en que cuando tengas una tarea que lleve menos de dos minutos, no lo pienses, ¡hazla!, no la dejes para después. Por ejemplo enviar un correo electrónico, meter una taza en el lavavajillas, guardar un libro que has utilizado para consultar algo…
Terminar algo da energía, quizás ya lo has comprobado, si no, te animo a probarlo.
Otro ladrón de energía son las preocupaciones.
Muchas veces pensamos en todo lo malo que puede ocurrir. Creemos que esos pensamientos fatalistas nos van a proteger de alguna manera. Pero esos pensamientos no son sólo limitantes, sino que son una fuga enorme de energía. Al estar “rumiándolos” continuamente nos dejan exhaustos.
Ante la preocupación, lo que podemos hacer es centrarnos en el presente, aceptar lo que hay aquí y ahora. Poner la atención en lo que estamos haciendo. Y en vez de preocuparnos, ocuparnos.
Te animo a que cuando sientas preocupación, te hagas a ti mismo una pregunta: “¿Qué es lo mejor que puedo hacer ahora mismo con este tema?”. Quizás puedas hacer algo concreto, entonces, ¡hazlo!. Tal vez organizar un plan para solucionar el problema. Pero si no puedes hacer nada, respira, suelta la preocupación y confía que las cosas fluyan. Date permiso a ti mismo para pensar en otras cosas.
Un tercer ladrón es el desorden.
Los espacios desordenados activan la respuesta de estrés, trasmiten inestabilidad y afectan al estado de ánimo. Hay estudios que así lo demuestran y probablemente tú mismo lo hayas comprobado. Nos sentimos diferentes en un ambiente ordenado y limpio que en otro abarrotado, lleno de objetos, papeles… En los ambientes desordenados no es fácil que surja la creatividad porque la mente divaga y se sobresatura.
Una de las razones del desorden puede ser la tendencia a acumular. Te invito a no amontonar, a desechar lo que no necesites y conservar lo esencial. Liberar espacio físico también ayuda a liberar espacio mental y emocional.
Sin duda hay más ladrones de energía, ¿identificas esos o algún otro en ti?
Por Javier Ambrona