Después de bordar el colmo de la originalidad con obras como Toy Story, Bichos o Up, los estudios Pixar sorprenden a todos rizando el rizo con Del Revés (Inside Out), una aventura a través de la mente humana, con las personificaciones de las emociones básicas como protagonistas, al estilo Erase una vez el cuerpo humano. Y, aunque la película ha arrasado en taquilla y en crítica, ¿hasta qué punto ha contribuido a ello la adecuación a las teorías de la psicología? Intentaremos responder a ello desde nuestra humilde opinión y evitando los temidos spoilers.
Es muy difícil crear un universo basado en elementos extraídos de la psicología básica, dada la profunda complejidad y abstracción de conceptos como la memoria, el pensamiento, los sueños o el subconsciente que, en sí mismos, la mayoría ya son metáforas. Además, las distintas ramas o marcos conceptuales de la disciplina (psicoanálisis, cognitivo conductual, gestalt) ven estos mismos elementos de forma muy diferente, en ocasiones incluso contradictoria. Sin embargo, en términos generales, es cierto que Pixar consigue hilar muy fino.
Así, tenemos cinco protagonistas, uno por cada emoción básica: Alegría, Tristeza, Ira, Miedo y Asco. No debieron superar el casting Vergüenza, ya que hay división de opiniones sobre su universalidad y Sorpresa, al ser más bien una emoción de tránsito que aportaría poco a la historia. Las emociones están representadas a través de tópicos de lo más acertados y, si bien es cierto que vemos alguna incoherencia, como Alegría llorando, es verdad que son momentos importantes para el desarrollo de la trama. Hay que hacer una mención especial al papel de Asco que, siendo una emoción básica restringida al desagrado por determinadas sustancias y objetos , en la peli amplían su labor al entorno social, dando un poco más de juego al personaje. Si hubiera que hacer una crítica negativa a estas personificaciones, sería lo estereotipadas que están, siendo Tristeza la típica chica gordita, con gafas y jersey hasta el cuello, y Alegría estilizada, guapa y con un bonito vestido. Cierto es que acudir a estos topicazos refuerza la esencia de los personajes, pero no podemos evitar estar alerta ante los mensajes que pueden desprenderse de ellos.
En el marco de la inteligencia emocional, Del revés muestra con maestría cómo las emociones intervienen en procesos cognitivos como la atención, el pensamiento y, sobre todo, la memoria, que es lo que al final constituye lo que somos. Además, la aventura consiste, sobre todo, en la comprensión de las emociones (clásico tercer paso en el entrenamiento en inteligencia emocional) y cómo estas se combinan para dar emociones nuevas y más complejas. Al final, toda la película es un proceso que lleva a la adecuada gestión emocional, representado por un momento de crisis existencial de la protagonista humana, Riely, incidiendo en el mensaje tan socorrido en psicología positiva de que no hay emociones malas ni buenas, sino útiles o no útiles dependiendo de la situación en la que se generen. Una buena secuela podría basarse en el cuarto y último paso de la inteligencia emocional, que es la gestión consciente de las emociones, donde Riely fuera quien controlase a las emociones y no al revés.
Desde el punto de vista de la psicología, es alentador ver cómo la industria tiene inquietudes, cada vez más claras, sobre temas tan desconocidos y restringidos al gran público hasta hoy. La recepción de Del Revés no deja lugar a dudas sobre el interés que estos temas tienen y el jugo que se les puede sacar pero, además, pensamos que esta difusión es muy positiva de cara a, en este caso, el aprendizaje de la gestión emocional en niños y personas en formación. Por lo tanto, a las buenas críticas al argumento, técnica, humor y dramatismo, nos sumamos a ensalzar la verosimilitud a nivel científico, haciendo a Del Revés una película altamente recomendable para cualquiera con un mínimo interés en lo que pasa dentro de su cabeza.
Jaime Marcos