Cuando la vida solo se concibe dentro de una relación de pareja se sufre dependencia emocional. Según recientes estudios, en España el 48,3% de las personas se declara dependiente emocional; de forma más patológica, el 8,6%, siendo más frecuente en mujeres. Estas cifras son alarmantes y nos llevan a pensar que debemos prevenir la dependencia emocional.
La dependencia emocional alude a aquellas personas que tienen una excesiva confianza en la persona con la que están, una escasa confianza en sí mismos/as y una absoluta falta de autonomía. “Me siento vacío/a cuando no estás”, “No sé qué hacer cuando te vas” o “Me siento vivo/a cuando estoy a tu lado”, son frases muy bonitas y románticas que decir a nuestra pareja pero que llevadas al extremo e interpretadas literalmente solo fomentan la dependencia emocional, que a su vez ocasiona mucho malestar y temor ante la idea de estar solos, llevándonos a hacer casi cualquier cosa por evitar esto.
Los humanos somos seres sociales por naturaleza y la interdependencia emocional es, en sí misma, normal. Sin embargo, una excesiva dependencia de otra persona no nos hace felices, todo lo contrario. Si piensas que puedes ser una persona dependiente porque, por ejemplo, encadenas relaciones de pareja o te da angustia la soltería, o conoces a alguien que puede serlo, aquí te damos algunos signos que te pueden ayudar a detectarlo y, en su caso, reconducirlo.
Dependencia emocional: la epidemia del Siglo XXI
1. Ansiedad ante la idea de separación
Se tiene una preocupación desmesurada y, además, constante, por la posibilidad de ser dejados por la pareja. Esta ansiedad hace que la persona dependiente se aferre demasiado a la otra persona, lo sobrevalora y lo percibe como condición sin la cual no puede ser feliz (“Si me deja, me muero”), y lleva a que, con tal de no ser abandonado aceptar cualquier situación, forma de ser o norma de la otra persona, sin tener en cuenta los deseos propios.
2. Búsqueda constante de afecto
La persona dependiente, busca por activa y por pasiva que la otra persona le demuestre que le quiere, se lo confirme reiteradamente, calmando así la sensación de inseguridad y pudiendo agobiar a la otra parte que se siente presionada por mostrar cariño constante para que su pareja no se lo reproche o se sienta mal.
3. Modificación de planes
Cambiar actividades que ya tenía programadas e incluso aficiones y costumbres solo por satisfacer a la pareja , creyendo que así le demuestra implícitamente “lo que está dispuesto a hacer por ella” es también una forma de dependencia emocional. Podemos distinguir entre cambiar un plan con las amigas porque realmente te apetece ver a tu pareja, sin embargo, hacer esto de forma habitual puede ser perjudicial. De hecho, las personas dependientes emocionalmente suelen perder la mayoría de sus amistades por involucrase tanto en su vida de pareja, que dejan de lado la social.
4. Miedo a la soledad
Este miedo hace que la persona dependiente sienta una necesidad casi permanente de compartir el máximo tiempo posible con la pareja, remontándonos de nuevo a la modificación de planes quedando a cualquier hora, con la consiguiente alteración de sus propios horarios, o por ejemplo, quedar a pesar del cansancio (sin ser capaz de renunciar con un simple “hoy mejor no, cariño, mañana madrugo y me apetece descansar”) remontándonos de nuevo a la búsqueda constante de afecto.
5. Llamadas de atención
La persona dependiente trata de ser el centro en la vida de la otra persona.
6. Idealización de la pareja
Esta es la característica más común, ya que todas las personas tenemos defectos y aquellas personas dependientes tienden a no verlos en su pareja, incluso cuando es evidente que hay algo que esta está haciendo mal, la persona lo justifica o lo minimiza (ej.: “No me ha avisado de que llegaba tarde, pero no es para tanto, es que tenía mucho trabajo”), llegando hasta vivir la relación de forma sumisa.
La buena noticia de todo esto es que tiene solución. Lo primero dejar de distorsionar la realidad y admitir que no estamos realmente satisfechos en nuestra relación de pareja. En segundo lugar, si no se puede gestionar todo esto solo o sola, siempre está la posibilidad de pedir ayuda. Al fin y al cabo, una persona que no está a gusto sola y consigo misma es muy difícil que sepa vivir en pareja.
Por UPAD Psicología y Coaching
REFERENCIAS BIBIOGRÁFICAS
Castelló, J. (2000). Análisis del concepto dependencia emocional. In I Congreso Virtual de Psiquiatría (Vol. 5, No. 8).
Hoyos, M. L., Arredondo, N. H. L., & Echavarría, J. A. Z. (2007). Distorsiones cognitivas en personas con dependencia emocional. Informes psicológicos, 9(9), 55-69.
Cabello, F. (2018). Dependencia emocional en jóvenes: la nueva esclavitud del siglo XXI. In: F. Cabello, M. Cabello and F. del Río Olvera, ed., Avances en Sexología Clínica. pp.207 – 214.