La ludopatía, la adicción al juego o el juego patológico es una problemática psicológica candente hoy en día. No solo en edades adultas, lo cierto es que también se está dando en adolescentes. Ello es, como nos podemos imaginar, al fácil y rápido acceso que tienen y tenemos a las tecnologías. Con muy pocos clicks y sin movernos de casa podemos hacer apuestas, jugar al bingo online, partidas de juegos de cartas online y una lista muy larga en la que nos jugamos cierta cantidad de dinero.
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Adicción al juego: del uso al abuso
El problema viene cuando el uso pasa al abuso. Empezamos gastando una pequeña cantidad que nos hace entretenernos un rato y que sintamos “un subidón” por imaginar que podemos ganar mucho dinero. Sin embargo, algunas personas rompes unas barreras que provocan que no puedan parar de apostar y ello puede tener consecuencias muy negativas en sus vidas: preocuparse frecuentemente por el juego, gastar todos los ahorros, engañar para conseguir dinero o descuidar las relaciones sociales para jugar, entre otras.
Se pasa al abuso y a la adicción cuando se genera tolerancia y dependencia a aquello a lo que la persona se ha vuelto adicta:
- La tolerancia aparece cuando a medida que se va jugando se necesita más tiempo o mayores cantidades de dinero para conseguir el mismo efecto, el mismo “subidón”.
- La dependencia se genera cuando se juego por evitar o quitarse de encima el malestar que provoca el no estar jugando, en lugar de por diversión.
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¿Por qué las apuestas online son tan adictivas?
La estructura cerebral responsable de las adicciones es el sistema de recompensa: la actividad de los circuitos neuronales para repetir ciertas conductas, las cuales pueden ser adaptativas o desadaptativas. Por ejemplo, comer activa el sistema de recompensa, al igual que ganar una apuesta, sin embargo, comer sirve para sobrevivir y apostar, no.
Si el cerebro se acostumbra a la recompensa que supone apostar y ganar (hecho que no ocurre siempre que se apuesta) o la posibilidad de ganar, desarrollará una tendencia a querer volver a apostar. Esto es lo comúnmente conocido como “mono” o craving. Esta conducta empieza a ser desadaptativa, porque se juega para quitarse ese “mono” y no se hace por placer.
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Sesgos cognitivos implicados en las apuestas
Además, lo que mantiene el abuso al juego patológica o a apuestas descontroladas por internet son los siguientes sesgos cognitivos que se producen en la mayoría de juegos que implican apuestas:
- Ilusión de control. Obviamente, esta ilusión es falsa. Se trata de la sensación que se tiene de que se apuesta porque uno sabe de lo que habla o siente que de alguna forma elige el azar, por ejemplo, cuando se eligen los número de la lotería o cuando se apuesta que un determinado equipo de fútbol va a ganar porque estamos familiarizados con el deporte.
- Paradoja de Monty Hall. Este sesgo consiste en pensar que se tienen más probabilidades de ganar la próxima vez porque el premio ha estado cerca en la anterior ocasión. Por ejemplo, esto ocurre cuando volvemos a apostar por el 7 porque en a tirada anterior se sacó un 6. Es algo que depende completamente del azar y que, por el contrario, pensamos que controlamos cuando no es así.
- Atribución de causalidad. Cuando jugamos y apostamos suele ocurrir que atribuimos los éxitos a habilidades personales y, sin embargo, los fracasos los atribuimos a factores externos. O sea, decir algo así como “Se me dan bien las máquinas tragaperras” cuando se gana y decir “Esta máquina está trucada” cuando se pierde.
- Estar en racha. Cuando ocurre que llevamos unas partidas, apuestas o jugadas ganando por cuestión de suerte pasa que pensamos que por ello, la siguiente también.
Todos estos sesgos hacen que repitamos la conducta de jugar una y otra vez, pero no son más que autoengaños que provocan que entremos en ese círculo vicioso del que es muy difícil salir. Conocer estos sesgos es una forma de prevenir la conducta adictiva hacia el juego. Si ya se ha entrado en ese círculo y se ha pasado del uso al abuso y del uso a la adicción, lo más recomendable es pedir ayuda a un profesional de la psicología especializado en adicciones. Cuanto antes se pare ese círculo, menores serán las consecuencias negativas, por lo que evidentemente lo mejor es pararlo a tiempo.
Por UPAD Psicología y Coaching